viernes, 28 de junio de 2013

Precio de fiestas


SI se dispone a disfrutar de las fiestas patronales de turno, he aquí información de servicio. Aunque la crisis aprieta, beber y comer en buena compañía siempre tiene un precio. Llevar a la chavalería a barracas y tiovivos varios supone soltar la gallina hasta que se come todos los huevos. Vayamos con unos ejemplos prácticos en un ferial cualquiera de un pueblo cualquiera. El viaje en la dichosa Ranita (que no es meridional), sale a tres euros por cabeza, igual que cualquier otra atracción que se precie. Si le apetecen unos churros (está este verano de carajillo para tomar un chocolate con churros), la docena se sirve a cinco euros. Llega la hora del bebercio, que no tiene precisamente los precios del bar del Congreso. El cubata no baja de los cinco euros, el crianza anda por 1,60, el zurito cuesta 1,20 euros, la caña dos euros y la moda de este verano es ofrecer el botellín de cerveza a un eurito. Eso sí, hay quien se queja de que la calidad de la cerveza a un euro es como el cava que venden en sanfermines para regar al personal en el chupinazo. Si le entra hambre y le apetece un bocata, suelte entre 4 y 6 euros, dependiendo de los ingredientes y el local. Y el cortadito de rigor, pues a precios variados: 1,20, 1,30, 1,40, 1,50 o 1,60, según sea terraza o interior. Si ya está usted a tono y disfruta de una juerga de las de verdad (de las de Resacón en Las Vegas), acabará comprando un gorro que no me atrevo a describir (2 euros, se llevan los de tipo Village People) y unas gafas sin cristal (3 euros) como las que lucía el otro día Jon. (Y aprovecho el viaje para felicitar. Zorionak Jon, zorionak Ainara).

viernes, 21 de junio de 2013

Pasar por el aro

partamos de la premisa de que el Gobierno foral de Bildu no diseñó el plan de carreteras de Gipuzkoa, lo que pomposamente se ha denominado la rotonda de Gipuzkoa. Partamos también de la base de que el Gobierno foral de Bildu asegura que se ha encontrado una factura de 900 millones de euros para pagar las obras ejecutadas y en ejecución. Una cifra que rebajan los anteriores rectores del palacio de la plaza de Gipuzkoa. En cuestión de números, la deuda que se encuentra quien entra en una institución siempre es mayor que la que asegura el que se va. Cada uno aplica la contabilidad como más le conviene. Para ser una rotonda, un poquito cara sí que nos ha salido. Hechas estas acotaciones, Bildu ha decidido que todos los conductores (salvo los guipuzcoanos) pasen por el aro. Mejor no tirar de hemeroteca, pero igual hemos pasado del Peajerik ez al peaje para todos y todas. El caso es que me asaltan unas cuantas dudas: ¿El TAV no vertebra el país pero cobrar a los conductores allende las mugas de Etxegarate, Deskarga y Endarlatsa sí? ¿El de Maule que va a sanfermines por la A-15, es vasco de segunda? ¿Pagarán menos los vehículos de Bretaña, Bolivia, Córcega y Venezuela? ¿Se cobrará también por circular por la N-I de Irun a Donostia, o solo de Donostia a Etxegarate? ¿Llamará Bildu a la Ertzaintza para que multe a los que se pasen el arco por el arco de triunfo? ¿Pagará igual el que conduce un Ferrari y gana 400.000 euros que el que va en un Forfi y está en paro? Repagamos por aparcar, por circular y por los medicamentos. ¿Repagaremos por respirar?

viernes, 14 de junio de 2013

No es oro...

Ya saben aquello de que en Gipuzkoa se debate, se debate y se vuelve a debatir si es conveniente o no construir esta o aquella infraestructura, y en Bizkaia se ejecutan construcciones sin parar, en un frenesí sin parangón en el mundo mundial. Hoy son pocas las voces que discuten la transformación de Bilbao y su metrópoli en los últimos 20 años. Con el Guggenheim como icono, la ciudad ha pasado de ser un polo industrial en declive a convertirse en un atractivo lugar que combina servicios y ocio. Al cobijo del museo, Bilbao ha ido levantando un muestrario de infraestructuras que rematará con San Mamés Barria y la regeneración de la isla de Zorrozaurre. Todo de color de rosa (hasta el Nervión ha vivido una mutación increíble; hoy se puede nadar en sus aguas sin que te coma el fango), si no fuera porque en determinados proyectos a sus impulsores se les ha ido la mano. Por concretar, apuntaremos dos: el mastodonte Bilbao Exhibition Centre (BEC) y la Supersur, la variante de la variante de Bilbao. El BEC es una ruina. Con la galopante crisis y la caída del mercado de ferias y congresos, la instalación se ha revelado como una apuesta desproporcionada, con unas dimensiones tan siderales como su deuda: acumula pérdidas de 320 millones de euros desde que se abrió en 2004. La Supersur (de pago) no anda a la zaga. Costó 900 millones de euros (es la segunda infraestructura más cara de Euskadi, solo superada por el TAV) y no ha absorbido ni la mitad del tráfico de la vieja variante. La Diputación preveía recaudar con los peajes 25 millones en 2012, pero solo ingresó seis. Pues eso, que no es oro... todo lo que reluce.

viernes, 7 de junio de 2013

Renunciar

Atribuyen a Napoleón Bonaparte la célebre frase "una retirada a tiempo es una victoria", que es prima hermana de otra que dice que "más vale una retirada a tiempo que una batalla perdida". Renunciar a veces es más complicado que aceptar. En el deporte de elite de Gipuzkoa se está dando en el último año un fenómeno muy poco común: clubes que se resignan a jugar competiciones de rango superior por falta de capital, por no poder completar el presupuesto. El Gipuzkoa Basket Club renunció el verano pasado a la Eurocup, y el Ordizia recibió una invitación para disputar la Challenge Cup, la Europa League del rugby, pero dijo que no. El Bera Bera está a unos días de renunciar a su plaza en la próxima Champions League y el Concepto Egile no subirá a la división de plata del fútbol sala porque no le cuadran las cuentas. Sumen a la lista al UPV de baloncesto femenino, que pelea por armar un presupuesto que le permita competir la próxima temporada en la Liga Femenina. En casi todos los casos, el objetivo ganado y sudado en la cancha no tiene su correspondencia en los despachos. La falta de patrocinios privados cercena las expectativas de crecer y las instituciones han cortado el grifo de las subvenciones para dedicar las ayudas a necesidades más perentorias. Renunciar a un torneo que te has ganado con tu esfuerzo es un jarro de agua fría, pero habla bien de la sensatez y la prudencia de los dirigentes que prefieren estar al día en los pagos a la plantilla que construir gigantes con pies de barro. No hay que ir muy lejos para ver ejemplos de ambiciosos proyectos que han caído como un castillo de naipes.