Dice aquí al lado un colega que en los quioscos hay más revistas que lectores. Quizás no le falta razón. Los puestos de venta se han convertido en tal bazar, que hace tiempo que los que están en la calle los de toda la vida están envueltos por periódicos, revistas y coleccionables. Es tal la acumulación de papel impreso, que en algunos quioscos ves la cabecita del vendedor entre un enjambre de publicaciones. Por abrumadora mayoría ganan las revistas. Por variedad que no quede. El otro día descubrí que hay una publicación dedicada a los amantes de los loros: El mundo de los loros. Estaba al ladito de otra que, digo yo, hará las delicias de los criadores de caballos (Guía de la crianza del caballo se llamaba), y no muy lejos sobresalía Cinturón negro (sí, sí, para los karatekas). Y qué decir de Chalet de madera, para quienes quieren vivir rodeados de roble y pino. No menos llamativas son las promociones que realizan las editoriales para enganchar a los potenciales lectores, sobre todo ahora que pega el calorcito. A saber. Hay desde la que regala una falda (Woman), el "biquini más buscado" (Ragazza), un neceser de viaje (Man) o un collar (Mía), hasta revistas que ofrecen regalos tan imprescindibles como una brújula (De viajes), una loción de crema (Glamour), un pedazo de bolso (Telva) y un botecillo para limpiar la suciedad (Interiores). Luego está Ana Rosa con un bolso plegable, Ser Padres, con unas chancletas y un kit de playa, y hasta el gran Buenafuente, que ha estrenado publicación. Pero la palma, lo que se dice la palma, se la lleva una revista de nuevo cuño: Pecho perfecto.
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