miércoles, 30 de agosto de 2017

Excursionistas (II)

Hace unos días, poco antes de los atentados de Catalunya, Miquel Valls, presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, cargó contra los turistas que acuden a la ciudad condal pero no pernoctan: “El que venga a ver esto como si fuera un parque temático, que vaya a otro lugar. En la Costa Daurada tienen Port Aventura. Si no les basta con eso, ¿por qué han de venir un día a Barcelona? El que venga, que pernocte aquí o que pague una tasa. Este turismo no lo queremos, queremos turismo de calidad”. El tipo queda retratado por sus palabras. No hay peor fobia al turismo que el que mide al visitante por su nivel de ingresos. Ahora sabemos que la calidad del turista depende del tamaño que tenga su chequera. Si viene con una mochila, es un pordiosero, si trae fajos de billetes de 500, le hacemos un reservado en la playa de la Barceloneta. Por estas tierras algún dirigente de la hostelería también ha arremetido contra lo que despectivamente se denomina “excursionistas”. Todos somos visitantes de día en potencia. Excursionistas. Todos los turistas que en verano se alojan en Iparralde y aprovechan para acercarse a disfrutar de las exquisiteces que ofrece Gipuzkoa son excursionistas. Que les pregunten a los hosteleros si son un problema.

viernes, 25 de agosto de 2017

Twitter

Estoy registrado en Twitter desde octubre de 2010, o esa es al menos la fecha que figura en la web del pajarillo. Soy más pasivo que activo, o sea, leo más que escribo. Consulto recomendaciones que rebotan personas a las que sigo y, casi sin querer, recibo informaciones interesantes (y no tanto) que de otra forma pasarían de largo. Una norma no escrita dice que debes seguir a quien te sigue. Otra, tampoco escrita pero que me autoimpongo, es contar hasta diez antes de escribir un tuit, pegar un enlace o colgar una foto, por aquello de no arrepentirme de haber publicado algo que no debía. No descubro nada si digo que Twitter se ha convertido en una herramienta muy útil para los periodistas, siempre que se distinga el grano de la paja. Como en botica, hay de todo. Conviene andar con tiento porque las intoxicaciones y las noticias falsas están al orden del día, pero abundan las informaciones que merece la pena leer. Hay mucha frase ingeniosa, lecturas que te reconfortan e incluso usuarios que cada día te arrancan una sonrisa. Luego está la inmundicia. Gentes que se valen de las redes sociales para vomitar todas sus fobias y sus odios. Son los mismos que berrean en una tasca, con la diferencia de que en Twitter les escuchan más de dos paisanos acodados en la barra.

sábado, 19 de agosto de 2017

Y sigues siendo el rey

Basta con salir un par de días de fiesta para acabar hasta los mismísimos del tal Fonsi, de suDespacito y de todo el reguetón junto. Es muy, muy cansino. El pegadizo tema y toda una suerte de sucedáneos suenan a todas horas en bares, no digamos ya en las barracas. Es un 24 horasnon-stop insufrible. Una tortura psicológica para la que no se conoce tratamiento. Más si no estás dotado para bailar a los sones de los ritmos latinos y caribeños. Si eres de cadera más bien dura, vamos. Desde El baile de los Pajaritos de María Jesús y su acordeón no se conocía semejante turrada. Afortunadamente, sigue habiendo tascas que abren la mano cuando ven a cuarentones que entran por la puerta. Todavía hay por ahí quien pincha canciones de Kortatu, Eskorbuto, la Polla y Barricada, con letras que hoy, en estos tiempos del todo políticamente correcto, llevarían a sus autores a la trena. Pero si un bar quiere triunfar con la música hay una fórmula infalible: los mariachis. Por razones que deberían ser tratadas en una tesis doctoral, en estas tierras nos sabemos de memoria las letras de las rancheras. Con el debido permiso de Emakunde, es sonar El rey, del gran José Alfredo Jiménez, y ponerse la concurrencia a cantar y bailar.