lunes, 24 de noviembre de 2008

Entre santos y retretes

Hasta hace nada, el calendario, amén de fechas y efemérides, ofrecía nada más que el santoral (hoy, por cierto, es santa Flora). Ahora el calendario sigue plagado de santos y santas, pero ofrece la posibilidad de conmemorar el Día de. Hay el Día Mundial de los Refugiados, el Día Internacional de los Museos, el Día Mundial del Agua, el Día Mundial contra el Cáncer y un sinfín de jornadas festivo-reivindicativas. Mañana, por ejemplo, se recuerda un día que ojalá no existiera. Es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, esa lacra que se esconde tras las cuatro paredes de una casa. Hay otros días que pasan más desapercibidos. El pasado miércoles se celebró el Día Mundial del Retrete. Parece un asunto sin importancia, para echar una risita floja, pero va a ser que no. Según la ONU, unos 2.500 millones de personas carecen de inodoro. Más cifras. La falta de saneamiento adecuado provoca que cada año mueran dos millones de personas por enfermedades diarreicas. Y más datos que nos avergüenzan: entre esos dos millones de muertos, un niño menor de cinco años fallece cada 20 segundos. Consulto a mi fontanero de cabecera y le hago la típica pregunta demagógica. "¿Cuánto vale un retrete corriente y moliente?" "Entre 100 y 150 euros, más o menos", me contesta. Pongamos que vale 100 eurillos (precio de Occidente) y no sumemos los gastos de instalación, tuberías, etc. Con 250 millones de euros estaría solucionado el problema. Es decir, el equivalente a cuatro cúpulas (preciosa, por cierto) de Miquel Barceló. Que aquí quería llegar yo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Sonría, por favor

Hay personajes públicos que deberían hacer un curso rápido en un taller de risoterapia. Bernd Schuster, por ejemplo, necesita unas clases a la voz de ya. El entrenador del Real Madrid, al menos en las ruedas de prensa, muestra siempre una cara de pitbull que para qué contar. Con la mirada lo dice todo. Da la impresión de que no sonríe ni en la intimidad. Seguramente es un tipo encantador, pero parece la reencarnación futbolística de Risto Mejide. Hay otro personaje al que rara vez verán sonreír, aunque nada tiene que ver con el constante mal humor de Schuster. Se trata de lo más parecido a un gentleman inglés. Es serio y, cuando aparece en las fotografías de prensa o en las imágenes de televisión, es como si llevara siempre puesto encima el cargo. Juan Ignacio Vidarte, el director del Guggenheim, no sonríe. Otra potencial alumna del taller sería la nueva portavoz del Consejo General del Poder Judicial, Gabriela Bravo. Seria, seria, la chica. La ves por la tele y parece la Señorita Rottenmeier. Dice aquí al lado un colega que otra que tal baila es la periodista, columnista y tertuliana Isabel San Sebastián. "Ésa está todo el día con cara de mala hostia", dice. Otro que parece serio, pero que en el fondo es un cachondo mental es Miguel Sanz. Este hombre hace tiempo que frecuenta el taller de risoterapia. Hace poco más de año y medio iba de manifa de la mano del PP porque aseguraba que el PSOE, la ETA y Arnaldo Otegi iban a "vender Navarra". Hoy se ha hecho amigo de los sociatas y no se habla con el PP. Se parte la caja.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Manual para debutantes en la Behobia

Diez recomendaciones para afrontar con éxito la 'madre de todas las carreras'

Primera precaución para los principiantes: la Behobia es adictiva. Quien prueba una vez, repite. Y no sólo eso. Termina enganchando para la causa a media cuadrilla o a media familia. Segunda precaución. Quien corre acaba siendo un palizas (léase con simpatía) que durante dos o tres meses tiene un permanente tema de conversación. La Behobia es una bendita locura y no está de más afrontarla con un manual. Aquí van diez consejos para tratar de superar con éxito la madre de todas las carreras.

1. Disfrutar.
 Correr y disfrutar pueden parecer dos verbos antónimos, sobre todo si se trata de cubrir 20.000 metros. En la Behobia hay mucho tiempo para correr y otro tanto para disfrutar. Merece la pena vivir el ambiente que se crea horas antes de la salida y deleitarse con el espectáculo que se vive en las aceras.

2. Dosificar. 
Es la clave. Saber medir las fuerzas, leer tu propia carrera, es una garantía de éxito. Una salida demasiado rápida se puede pagar con un pajarón. Es preferible ir de menos a más. Incluso correr la primera parte del trazado por debajo de lo que se ha entrenado y apretar en los últimos kilómetros. La sensación psicológica importa. Si en los últimos kilómetros se adelanta a algún que otro atleta, se acaba con mejores sensaciones. Al contrario, si uno observa que se queda, le parecerá que ha hecho una mala carrera, aunque sea todo lo contrario, porque llegar ya es un éxito.

3. Saludar. 
Puede parece algo baladí, pero el saludo es todo un clásico de la Behobia. A ambas orillas de la carretera esperan miles de personas que acaban con la vista cansada de ver pasar a tanto cuerpo sudoroso. Hay un truco que no suele fallar. El espectador (mayormente un amigo o un familiar) debe comentar al participante en qué punto exacto va a presenciar el paso de la carrera. El corredor es el que le advierte de su ubicación cuando pasa a su lado. Si un atleta escucha que un desconocido le mira y le anima por su nombre de pila, que no se sorprenda: desde el año pasado los dorsales son personalizados.

4. Acostumbrar. 
La rutina es la mejor de las recetas para aplacar los nervios previos a la prueba. Nada de estrenar zapatillas, calcetines, pantalones o camisetas. Y nada de cambiar de hábitos alimenticios en el desayuno. A más de un atleta se le ha atragantado en el camino esa barrita energética que comió una hora antes de la salida y que nunca había probado.

5. Hábitos.
Parece un tema menor, pero llevar mucha ropa llega a asfixiar. No digamos si llueve. La ropa mojada pesa por dos, así que es mejor salir ligero (abrigarse hasta minutos antes de la salida con una camiseta vieja). Hay tiempo y distancia para calentarse.

6. Hidratación.
Beber, beber y beber. Una mala hidratación puede provocar que llegue el hombre del mazo. Es importante beber en carrera (e incluso tomar algún complemento energético), pero es crucial hidratarse en los días previos.

7. Observar.
Un pequeño descuido puede arruinar toda una ilusión. Hay pequeños detalles que conviene no olvidar. En la salida es preferible mirar al suelo y al frente que a los costados. Se hace estrecha y cualquier movimiento brusco puede acabar en una torcedura. Lo mismo sucede en los avituallamientos. Pisar un botellín tirado en el asfalto puede resultar fatal. Apenas se dan fatalidades de este tipo, pero mejor estar atento.

8. Subir y bajar. 
Pese a su kilómetro largo de subida, para un buen número de atletas Gaintxurizketa no es la parte más exigente. La trampa es Miracruz, una cuesta más corta pero dura como pocas porque llega en el kilómetro 16, cuando las fuerzas ya flaquean. Y tan importante como subir es bajar. Lanzarse a tumba abierta en los toboganes de Lezo se puede pagar luego en el llano del puerto, una zona psicológicamente dura porque es donde menos arropado se encuentra el corredor. Hay incluso quien sostiene que en la Behobia se gana o se pierde tiempo en los casi tres kilómetros planos del puerto. La bajada de Miracruz también es otro punto para apretar, aunque luego la primera parte de la avenida de Navarra pica un poquito hacia arriba.

9. Mentalizarse.
Las carreras a pie, como tantos otros retos, se ganan con el físico... y la mente. Si quedan pocas fuerzas, hay que echar mano de la cabeza. El psicólogo José Carlos Jaenes propone trucos, como hacer comparaciones ("Lo que me queda es igual a la distancia que hay de casa al parque") o dejar de mirar el reloj a partir de un punto kilométrico.

l0. No obsesionarse. 
Hay quien corre la Behobia con la única y sana intención de terminar, y quien participa con la también sana intención de superar su mejor o su última marca. En los últimos años se ha puesto de moda batir los records personales. No tiene nada criticable este afán de superación, aunque a veces se convierte en una obsesión perjudicial. No batir el registro puede parecer que es un fracaso. Nada más lejos de la realidad.

* Texto publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA días antes de la Behobia-San Sebastián

viernes, 7 de noviembre de 2008

Meryl no vendrá a Donosti

Todo triunfo tiene su lado negativo. Barack Obama ganó, pero nos ha privado de disfrutar de una nueva vecina en Donostia. Meryl Streep anunció en el Zinemaldia que, si vencía John McCain, se cogía los trastos de Hollywood y se venía a vivir al marco incomparable. Y va a ser que no. Pena, penita, pena. Barack y Meryl tienen, como poco, un punto en común. Ella es made in Hollywood y él parece un producto de Disney: tiene buen rollo, cara de chaval-que-todas-las-suegras-quisieran-tener-como-yerno y es motivo de felicidad para niños y mayores, desde Honolulú a Nairobi. Son gente de película en un país que convierte en espectáculo hasta unas elecciones. No hay más que ver imágenes de los mítines. Igualicos que los de aquí, a los que ya no van ni los simpatizantes, salvo que haya autobús y bocata. Lo de la televisión es punto y aparte. El triunfo de Obama no lo anunció el ministro del Interior de turno. Lo hizo la CNN (pronúnciese cieeennneeennn). Una cadena que, por cierto, me tiene todavía anodado con lo de los hologramas. Eso de que el presentador diera paso desde Nueva York a una periodista que apareció en el estudio cual hada madrina (cuando en realidad se encontraba en Chicago) es para enmarcar. Cuentan las crónicas que los jefes de campaña de nuestras presidenciales de marzo van a copiar ideas de las eleciones de EEUU (aplicarán esa máxima japonesa que dice que es mejor copiar bien que inventar). ¿Veremos a Ibarretxe dar un piquito a Begoña? ¿Y a Patxi López jugando a pelota a mano con Eguiguren? ¿O a Basagoiti subiendo el Gorbea vestido de Olentzero?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Y los sherpas vieron el mar

Por muy altas que sean las montañas del Himalaya y el Karakorum y por mucha vista de águila que tenga un alpinista, desde un ochomil es imposible ver el mar. Para un nepalí, la sensación de pasear por la playa y mojarse los pies en el Cantábrico es tan extraña como para un occidental caminar sin sufrir el mal de altura a 5.000 metros. Mingma Dorgee, Nima Nuru, Pemba, Pinjho, Ongchu y Ongchu W. disfrutaron ayer de una postal que hasta ahora sólo había visto por fotografías, la televisión o Internet. Los ojos les hacían chiribitas cuando se asomaron al malecón de Zarautz y observaron en el horizonte la inmensidad del Cantábrico. Era la primera vez en su vida que veían romper las olas. Los seis sherpas, junto a una docena de montañeros de varias nacionalidades, recibirán hoy la Medalla de Oro al Mérito Deportivo que concede el Gobierno de Navarra por la gesta que protagonizaron en mayo pasado en el intento fallido de rescatar con vida al alpinista pamplonés Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna. parada y fonda La inmersión de los nepalíes por Gipuzkoa tuvo también parada y fonda en Donostia. La expedición, en la que también figuraban los ochomilistas rusos Alexey Bolotov y Sergei Bogomolov y Guillermo, Daniel y Pablo Ochoa de Olza, hermanos del fallecido, paseó por el marco incomparable y luego se zambulló en los bares de la Parte Vieja para dar buena cuenta de pintxos, txakolis y demás placeres de la cocina de miniatura. Como no podía ser de otra forma tratándose de montañeros, no desperdiciaron la oportunidad de hollar el monte Urgull y disfrutar del espléndido día desde una de las mejores atalayas de la ciudad. No es la primera vez ni será la última que los sherpas visitan Euskadi. En 1995 Juanito Oiarzabal tuvo la ocurrencia de regresar de una de las numerosas expediciones que ha hecho a los colosos blancos con el sherpa que preparaba las comidas en los campamentos base. El chaval se empapó durante varias semanas en una escuela de cocina de Vitoria de los productos, sabores y platos de la culinaria vasca. Hoy es capaz de cocinar un delicioso bacalao a la vizcaina a 5.000 metros y de saciar los paladares más exquisitos del montañismo. Durante su estancia en Euskadi, los sherpas, poco acostumbrados a abandonar su país, van de sorpresa en sorpresa e incluso probaron a jugar a pala en un trinquete de Pamplona. Hoy vivirán en el Palacio de Congreso Baluarte de Pamplona el momento más emotivo del viaje con la condecoración que recibirán junto al resto de alpinistas y el propio Ochoa de Olza (a título póstumo) por una de los gestas de solidaridad más bellas que se recuerdan en el inhóspito Himalaya.El grupo de alpinistas que trató de salvar a Ochoa de Olza recibe hoy la Medalla de Oro al Mérito de Navarra.

* Texto publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA

lunes, 3 de noviembre de 2008

Itoiz

Tomo prestada una frase de Juan Carlos Etxeberria, presentador de ETB, en el Teleberri del viernes pasado. Más o menos vino a decir lo siguiente: "Itoiz es un grupo de referencia para los que tenemos más de 20 años y menos de 50". Una banda mítica, añadiría yo, aunque fuera de andar por casa y aunque desde hace veinte años no haya publicado un disco ni ofrecido un concierto. Itoiz son los 80, la buena música y las actuaciones en frontones que, por cierto, daban mucho juego. Un amigo siempre recuerda el mal rato que pasó en un concierto de Hertzainak después de que a un payaso (y que me perdonen los payasos) se le ocurriera vaciar entre el respetable todo el polvo blanco de un extintor. Pero volvamos a Itoiz. Es de esos grupos que colocas entre los diez mejores de tu vida. Uno no es mitómano (salvo de Dieguito, El Pelusa, que es un ser sobrenatural), así que nunca supo los nombres de los componentes de Itoiz, salvo el de Juan Carlos Pérez por razones obvias. Y, por otras razones que desconozco, uno siempre pensó que Itoiz era una banda de Iparralde... cuando en realidad eran de Mutriku, como los Delirium Tremens. No es que fuera una música que te animara a mover el esqueleto como un poseso, pero resultaba (y resulta) agradable, suave, ideal para intentar un ligue. Viendo el otro día a tres de los miembros de la banda en la presentación de Itoiz. Antología. 1978-1988 daban ganas de pedir otra más. Un revival, ahora que se ha puesto tan de moda el regreso de los dinosaurios de los 80. Tócala otra vez, Itoiz.