jueves, 28 de julio de 2016

A setas o a pokemones

Aquí somos más de ir a coger setas al monte, así que supongo que esta moda tontuna de pillar criaturas animadas por la calle no estará calando... O sí, que también somos muy de apuntarnos a todo lo que se menee. Para muestra, las batukadas, que empezaron como quien no quiere la cosa y ahora no hay concejal que las suprima de los programas de fiestas. La fiebre que se ha desatado por atrapar pokemones me tiene ojiplático. El próximo jueves se espera que más de 5.000 aficionados al asunto se reúnan en Madrid para cazar a estos seres que están revalorizando en la Bolsa a Nintendo, que andaba de capa caída. La “quedada” será en la Puerta del Sol porque en este punto hay dos “gimnasios virtuales” (sic) del juego. Servidor, que se quedó anclado en el tute y que a lo sumo echa una partidita de tenis en la Wii, observa estos nuevos fenómenos de entretenimiento vía móvil como las vacas al tren. Pero, oye, que si uno es feliz cazando bichos virtuales por la calle, pues no hay nada más que decir. Al fin y al cabo, con la eclosión de los smartphones, todos somos pequeños zombies. No hay más que ver la de personas (entre las que me incluyo) que caminan y miran la pantalla del móvil al mismo tiempo. Qué tiempos aquellos en los que daba un poquillo de vergüenza hablar con el móvil por la calle.

viernes, 22 de julio de 2016

Una castaña de Tour

después de dos semanas largas de competición, y a falta de dos durísimas etapas en los Alpes y del paseo triunfal por los Campos Elíseos, lo mejor del Tour son las imágenes desde el helicóptero. Paisajes espectaculares desde el aire y monotonía sobre el asfalto. Entre un Froome que brilla cual robot y unos rivales que bastante tienen con conservar sus posiciones, la carrera está siendo un sopor. Es lo que tiene el ciclismo de los últimos tiempos, sobre todo en el Tour. El todopoderoso Sky (30 millones de presupuesto anual) lo tiene todo tan absolutamente controlado y programado, que no hay lugar a la improvisación, a un Chiappucci que ataque a 200 kilómetros de la meta. La carrera se bloquea y el aburrimiento se apodera del espectáculo. Nada que ver con el último Giro, emocionante como pocos, con un Nibali que desbancó a Esteban Chaves del liderato sobre la bocina, en el último puerto de la penúltima etapa. A nadie se le escapa que el Tour es duro, muy duro, pero quedarán pocos momentos para el recuerdo: el descenso de Froome en el Peyresourde y su ascensión sin bici al Mont Ventoux. Entre tanto minuto vacío, en la representación vasca, amén de Mikel Nieve, sobresale Haimar Zubeldia, un prodigio de regularidad. Quince Tours después, se encuentra entre los 25 primeros.

miércoles, 20 de julio de 2016

57 capítulos

voy por el tercer capítulo de la primera temporada de Juego de Tronos. Me quedan 57 entregas para ponerme al día. Juego de tronos no es un género que me apasione, pero no tengo otra si quiero participar en las tertulias familiares porque suele ser un tema de conversación recurrente. No sé quién es Jon Nieve, bueno ahora un poquito sí. Tampoco sé qué es el muro, aunque lo voy intuyendo. Tres capítulos y ya me he perdido entre tantos nombres, tantas batallas, tantos muertos y tantas dinastías o como se llamen. Me sucedió lo mismo con El señor de los anillos. Vi la trilogía porque, si no, me resignaba a estar tres años callado en las sobremesas. También perdí el hilo varias veces en el fragor de las batallas. Le pregunto a mi experta de cabecera en el tema si, en plena sucesión de capítulos, uno se da cuenta de que las escenas están grabadas en Sevilla, Peñíscola y las Bardenas. “Ni me he fijado, la verdad”. Supongo que es lo de menos y que lo que importa es dar más lustre turístico a maravillosos rincones como el flysch y Gaztelugatxe. Como campaña de promoción, la presencia de la troupe de Juego de Tronos en Zumaia y Bermeo no tiene precio. Siempre ha sido así. En Lesaka aún recuerdan cuando se grabó El cantor de México con Luis Mariano y medio pueblo recreando los sanfermines.

jueves, 14 de julio de 2016

Quejas S.A.

desde hace años, las compañías telefónicas ostentan el dudoso honor de encabezar el ránking de empresas que reciben más quejas, denuncias y reclamaciones por el deficiente, por no hablar pésimo, trato que ofrecen a sus clientes. Pese a que ganan dinero a espuertas, la atención presencial que dispensan a los consumidores (la telefónica da para una tesis doctoral) es casi siempre rácana en personal. Dos, o a lo sumo, tres trabajadores se encargan de atender a clientes que, por lo general, plantean muchas dudas y preguntas porque no es sencillo dominar el lenguaje y los términos que se utilizan a la hora de, por ejemplo, contratar una nueva tarifa. No todo el mundo está familiarizado con megas, imeis, 4Gs, fibras ópticas y fibras simétricas. Así que lo habitual es que se formen unas buenas colas y unas larguísimas esperas, eso sí, con tu turno impreso en un ticket, que queda muy molón eso de que te llame el empleado leyendo tu nombre en una tablet. Luego, una vez has tomado asiento (ahora se llevan mucho los taburetes), normalmente el ordenador se cuelga y las gestiones se eternizan. Nada tengo contra los trabajadores, que la mayoría de las veces te atienden lo mejor que pueden, sino contra unas empresas que pisotean, cuando no engañan, a clientes que cada mes pagan religiosamente sus facturas.

viernes, 8 de julio de 2016

La boda del año

Me sumo al coro de voces que cantan las excelencias de Sueño de una noche de verano, la popular obra de Shakespeare, readaptada por Patxo Telleria, que cada día al caer la tarde se representa en el parque de Cristina Enea. Visto el dineral que se ha invertido en otros fastos de la capitalidad que se celebraron con más pena que gloria, cuesta creer que una representación con tanta diversidad de buenos actores y actrices, tantos intervinientes (coros, músicos, bailarinas, dantzaris, técnicos, camareros, cocineros) y tantos y exquisitos detalles con el espectador se haya llevado a cabo con poco más de 800.000 euros. Por aquello de no desvelar sorpresas a quienes vayan a acudir a las funciones que restan, diremos que el espectáculo huye de lo convencional para adentrase en el terreno de la originalidad y los sentidos. Durante tres horas el espectador disfruta del gusto, el olfato, la vista, el oído y el tacto en un espectáculo con una puesta en escena extraordinaria. Fernando Bernués e Iñaki Rikarte dirigen el que ya es considerado uno de los hitos de la capitalidad que perdurarán en el tiempo. Para servidor, que no acude con frecuencia ni a casamientos ni a obras de teatro, asistir a la boda del año fue un gustazo, un plan redondo. ¡Vivan los novios! Por cierto, el segundo plato, exquisito. Como para repetir.

viernes, 1 de julio de 2016

El decorado

El otro día David Cameron compareció ante los medios de comunicación a las puertas del número 10 de Downing Street. La escena no tenía nada de particular, si no fuera porque en uno de los costados estaba su mujer, sin voz ni voto, sin más papel que formar parte del decorado. Suele suceder a menudo con las cónyuges de los mandatarios, y con mayor o menor frecuencia. Algunas (Michelle Obama) van y vienen de la mano de su marido y otras (Elvira Fernández) aparecen en el balcón del partido cada cuatro años. Rara vez verán las mismas escenas cuando la presidenta es una mujer. Seguramente no conocen ni el nombre de su marido. Jamás he visto a Angela Merkel dando una conferencia de prensa con su marido al lado (un insigne químico, por cierto), como si fuera una estatua, y lo mismo ocurre con Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia, por poner dos ejemplos de mujeres con mando en plaza. Mención aparte es el papel que se reserva a las mujeres en los podios de las carreras de ciclismo y en las parrillas de salida del motociclismo y la Fórmula 1. Son repartidoras de sonrisas y besos. Puro marketing de cartón-piedra de minifalda, pelo largo y 90-60-90. Ellas también forman parte del decorado.