miércoles, 31 de octubre de 2007

BCN

El paradigma de la ciudad perfecta se nos cae a cachitos. Barcelona o, si lo prefieren, BCN, que es como se denomina a la Ciudad Condal en algunos medios de comunicación catalanes por aquello de economizar las palabras, está mostrando al aire en los últimos meses todas sus vergüenzas, que por lo visto son muchas. Si alguien definió a Madrid como "la ciudad de la zanja" por las decenas de obras que salpican sus calles, lo de BCN no tiene desperdicio. De repente, descubrimos que detrás de esa imagen de postal se esconde una urbe con problemas impropios de una ciudad que lidera todos los rankings de vanguardia. Descubrimos también que no es oro todo lo que reluce en la capital del modernismo, y que el empeño de la política por fomentar la cultura del cemento y el ladrillo provoca a veces colapsos como el que se vive en el área metropolitana. BCN padece su particular annus horribilis. En un corto intervalo del tiempo, dos de los servicios imprescindibles para la ciudadanía (la electricidad y el transporte) han sufrido defectos de funcionamiento hasta sumir a la ciudad en el caos. A los apagones del verano la han sucedido los socavones en las obras del AVE. Ya va para dos semanas que no funcionan los trenes de Cercanías. Y no hay que remontarse mucho en el tiempo para recordar el desastre de las obras del metro en el barrio de El Carmel. Vamos, que sólo les falta que se derrumbe la Sagrada Familia (el AVE pasa muy cerquita del templo) y que Lionel Messi se lesione.


viernes, 26 de octubre de 2007

El gurú de Gales

Es el último entrenador que conquistó un título con el primer equipo de la Real. A mediados de los 80 importó a la Liga una entonces novedosa defensa de cinco jugadores con los laterales avanzados. La Real practicaba un fútbol alegre y vistoso, con plantillas plagadas de chavales de la cantera. Luego fichó por el Madrid, ganó una Liga, batió el récord de goles en una temporada, dijo aquello del cerdo volando por el Bernabéu y patatín patatán. Hasta aquí las alabanzas. Toshack, que por si alguno todavía no lo ha captado es el personaje aludido, se ha convertido en nuestro particular abuelo Cebolleta. A todas horas nos recuerda sus gestas, los jugadores que triunfaron con él en el banquillo, sus récords y todo tipo de historias mil veces repetidas. Ahora entrena a Gales, una selección de medio pelo que parece el Brasil de los 70 a juzgar por sus comentarios. Aparte de un tipo pesadote que siempre nos cuenta las mismas batallitas, se ha convertido en el gurú de la Real. Toshack es en Anoeta lo que Clemente en San Mamés y Cruyff en el Camp Nou. Siempre hay que pedir su opinión. Ahora es asesor del club (¿cobrando?) y, a poco que triunfen sus paisanos Coleman y Vaughan, lo va a pregonar durante los dos próximos siglos. Pero basta con repasar un poquito su historial para comprobar que es un entrenador en declive (ha pasado del Madrid a fichar por el Saint-Étienne, el Catania y el Real Murcia), que no ha sabido reciclarse a tiempo y que cree que su ojo clínico para los fichajes es un pasaporte sin fecha de caducidad. Señor, líbranos de él.


miércoles, 17 de octubre de 2007

Hábitos inútiles

No hay como charlar con compañeros y amigos en una terracita con el solecito en el cogote para darte cuenta de que a menudo, casi a diario, eres adicto a hábitos que pueden parecer inútiles. Y no sólo tú. Quienes te rodean practican los mismos hábitos, aunque tú no lo sepas. Por ejemplo. Tengo un amigo que todos los días mira la cartelera de cine que publican los periódicos, aunque hace cinco años que no ve una película en una sala con palomitas y todo eso. Es tal la logística que tiene que organizar para ir al cine con su mariachi, que prefiere quedarse en casa. Otro amigo hace lo propio con la parrilla de televisión. Todos los días mira la programación que hay por la noche, aunque luego no ve nada, ni medio Teleberri, porque se mete en el sobre sin encender el aparato. Otro que tal baila es éste que se para a mirar todos los escaparates de las librerías para ver las últimas novedades literarias, cuando lo último que adornó su mesilla fueron los fascículos del Libro Gordo de Petete. Y qué decir del amiguete que repasa hasta la última oferta en las cristaleras de las agencias de viajes. Mira una, dos y cien veces ese viaje soñado a las Maldivas, cuando a lo más que llega es a estirar su sueldillo para ir un fin de semana a Cabárceno. El colmo de la inutilidad es pararte frente a una oficina de una inmobiliaria para ver los precios de los pisos. Haces un poco de cuentas y te salen muchos ceros. Y el colmo de los colmos es irte de vacaciones y mirar las ofertas de pisos en las inmobiliarias. Hay gente que lo hace. Algunos hasta acaban comprando. Eso sí que es un hábito útil.

lunes, 15 de octubre de 2007

'¡Aupa Jamiltón!'

En una esquina de esta redacción, en un lugar que hace las veces de cajón de sastre, hay una pizarra que en su día se utilizó como atrezzo para una foto artística, es decir, para una fotografía en la que el entrevistado escribía un lema electoral. De cuando en cuando, una mano inocente escribe mensajes en la pizarra. Algunos se pueden contar y otros quedan para los secretos del personal de esta casa. Hace unos días, una de esas manos inocentes escribió un significativo "¡Aupa Jamiltón!". Si el que escribió la expresión está hasta el gorro de la Fórmula 1, de Alonso, del tal Hamilton, de Ron Dennis, de Ecclestone y de todo el gran circo, que se prepare esta semana porque el próximo domingo, a media tarde, se para el mundo. Gentes que hace tres o cuatro años sabían como poco que la Fórmula 1 era un deporte que se corre en circuitos y con vehículos a motor, no despegarán la vista de la tele amiga, el calvo y toda su troupe de parlanchines. La Fórmula 1 ha pasado de ser un deporte de tercera a convertirse en materia de debate. En las barras de bar escuchas sesudas discusiones sobre si uno de los neumáticos delanteros del coche de Alonso tenía la presión adecuada o si el safety car debía haber salido a la pista después de tal o cual accidente. A uno, como aficionado a todo deporte (de chaval veía en Estadio 2 hasta los torneos de billar), le llama la atención tanta pasión por la Fórmula 1. A otros, la tabarra les resulta insoportable. Tengo un amigo que dice que la Fórmula 1 no es deporte. Eso sí, el muy pillo no se pierde los minutos anteriores a las salidas, cuando salen unas chicas despampanantes para sostener sombrillas.

miércoles, 10 de octubre de 2007

18.200 viviendas

Odón Elorza anunció el lunes que el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Donostia prevé la construcción de 18.200 viviendas, la mitad de ellas de VPO, durante nueve años. No sé si son muchas o pocas viviendas. En todos los pueblos y ciudades hay tantos planes para levantar pisos, chalets, unifamiliares, bifamiliares y toda suerte de edificios, que uno pierde la cuenta. Vamos a tirar de matemáticas, que para eso uno es de Ciencias. Si Donostia tiene 180.000 habitantes (cien arriba, cien abajo) y se van a crear 18.200 viviendas, toca a un piso por cada 9,8 vecinos. O sea, que tiene pinta de que son muchos pisos. El problema es que la mitad serán de venta libre. Qué bien utilizada esta expresión: de venta libre. En efecto, promotores y constructores (no todos) ponen a los pisos los precios que les da la gana, mayormente desorbitados y galácticos, con tantos ceros que hay que echar mano de la calculadora para pasarlos a pesetas. Eso sí, algunos (supongo que una minoría) no tienen reparos en que pagues en B (bonita manera que se usa para referirse al dinero negro de toda la vida) e incluso te sueltan frases tipo: "Compra el piso sobre plano por 50 kilos, que al mes siguiente lo puedes vender por 60". Creo, no soy experto en la materia, que detrás de esa coletilla de "interesante inversión" no se esconde más que la pura especulación. No en todos los casos, pero sí en unos cuantos. Y mientras, venga que te venga, unos a construir pisos y otros a venderte hipotecas. Y tú, que para eso no eres europeo (los europeos viven de alquiler, según nuestros políticos), haces números y te entrampas hasta las cejas por los siglos de los siglos. Amén.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Haile Gebrselassie

Haile Gebrselassie (qué difícil es escribir y pronunciar este apellido) batió el domingo en Berlín el récord del mundo de maratón. Más allá de la noticia queda la hazaña. Este tipo menudito (64 kilos en un cuerpo de 165 centímetros), de sonrisa angelical, que tiene cara de anciano pese a que sólo cuenta con 34 años, recorrió los 42 kilómetros y 195 metros en un increíble tiempo de 2 horas, cuatro minutos y 26 segundos. Impresionante, que diría el torero de las bragas. Para hacernos una idea de la gesta bastan dos datos: corrió cada kilómetro a una media de 2 minutos y 57 segundos, es decir un promedio horario superior a los 20 kilómetros por hora. Prueben a subirse en una bicicleta e intenten recorrer 40 kilómetros en dos horas. Es complicado si no está habituado a practicar deporte. Y qué decir de cubrir un kilómetro en menos de tres minutos. Tengo amigos que entrenan horas y horas y que a duras penas completan una serie de un kilómetro por debajo de 3 minutos y 30 segundos. Pues bien. Este hombre hace 42 kilómetros a un ritmo inferior a los tres minutos. Pura genética y puro entrenamiento también porque el amigo Gebre preparó durante 100 días la cita que le llevó a cruzar con todos los honores la meta de la Puerta de Brandemburgo. Además de exhibir unas condiciones físicas asombrosas, hizo gala de una modestia impropia de algunos atletas (no hay más que ver el ego que gastan los velocistas). Diez minutos después de su éxito, recibió la llamada de su compatriota Paul Tergat (autor del anterior récord) y el bueno de Gebre le contestó con un "Hola Paul, lo siento".

lunes, 1 de octubre de 2007

La cana es bella

Vino por estos pagos el tal Richard Gere y zanjó una cuestión que rondaba por mi cabeza desde tiempo inmemorial: ¿Ellas los prefieren canosos o calvos? Canosos, of course. Si un tipo que ha hecho un par de buenas pelis en toda su carrera, llena la calle Reina Regente como si se tratara de un recibimiento a la Real tras ganar un título, es que los prefieren canosos. No hay discusión que valga. Este hombre ha hecho de la cana un signo de distinción de belleza, aunque la amiga Laura dice que a ella le encanta su mirada. "Tiene una mirada....". Repuesto ya del soponcio que me produjo que ellas los prefieran canosos y no calvos (que es al fin y al cabo lo que yo pensaba), leo ayer un par de titulares concluyentes en la portada de Magazine, la revista dominical de El Mundo: "Teñirse o no teñirse", "El 90% de las mujeres cree que las canas hacen más sexy a los hombres". Según los expertos en imagen, tener canas infunde seriedad... en los hombres. Porque en las mujeres, dicen, puede llegar a ser un obstáculo en su carrera profesional. Sigue contando la revista que, así como hace tiempo que hay rubias de bote (con perdón), cada vez más celebridades se echan en brazos del colorante blanco. O sea, que se tiñen el pelo para parecerse a Papa Nöel. Amigos de Just for men, lo tenéis crudo si a la peña le da por embadurnarse el pelo de blanco Titanlux. Los calvos, o los que arrastramos ya una alopecia galopante, nos conformaremos con recurrir al refranero popular para desacreditar los atributos de tanto canoso guapo. Y es que ya se sabe: "Arriba canas...".