viernes, 29 de septiembre de 2023

Ligeras como una pluma

En el tiempo que invierte en leer este texto (si llega al final) y el editorial (tres minutos en total, a ritmo pausado), Tigst Assaefa ya ha corrido un kilómetro. No le seguimos ni en moto. La atleta etíope trituró el domingo en Berlín el récord del mundo de maratón y logró un estratosférico crono de dos horas, once minutos y 53 segundos. En Alemania, territorio de Adidas, Assaefa corrió con unas zapatillas de la marca del trébol que no llaman tanto la atención por su precio (500 euros) o porque son casi de un solo uso, sino por su peso: 138 gramos. Un guante de plumas en los pies. Durante los últimos años, en el deporte profesional de elite, en el atletismo y el ciclismo, por ejemplo, se libra una batalla contra el peso. Se lima el peso de las zapatillas y de las bicicletas al máximo para alcanzar el máximo rendimiento. Ninguna bici puede pesar menos de 6,8 kilos. En algunos casos el peso se convierte en una obsesión. No hay más que ver a los ciclistas (cada vez menos) que en mitad de una etapa tiran a la cuneta todo lo que llevan en los bolsillos para ir más ligeros. En el caso de las zapatillas de Assefa, a la ligereza se le suma un efecto rebote que permite al atleta maximizar su energía. Luego ya está la potencia de cada corredor. Pruebe a correr al ritmo de Assefa: 19,2 km/h. Un kilómetro tras otro hasta el 42. Casi nada.

viernes, 22 de septiembre de 2023

Trampas al solitario

Gutmaro Gómez Bravo, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, era hasta el curso pasado uno de esos docentes que tanto gustan a quienes tienen aversión a los exámenes o a quienes consideran que un examen no es la mejor prueba para conocer si un estudiante ha interiorizado lo explicado en clase. Gómez Bravo, con 17 años de experiencia en la universidad pública, evaluaba a sus alumnos cada cuatrimestre con trabajos sobre cuatro libros de ensayo y época. Este curso, el profesor ha vuelto a la vieja receta de los exámenes al comprobar que un 10% de los alumnos había recurrido a la inteligencia artificial (IA) para elaborar los trabajos. La ley del mínimo (nulo) esfuerzo o, lo que es lo mismo, hacer trampas al solitario, porque presentar un trabajo hecho por una máquina es no entender nada de lo que significa aprender. Desde la eclosión de la inteligencia artificial, llama la atención el uso perverso que se hace de una herramienta que en teoría está llamada a hacernos la vida más fácil y a aportar más beneficios que desventajas. No hay más que ver lo ocurrido con los falsos desnudos de Almendralejo. Sin principios éticos y sin una regulación, la inteligencia artificial se puede convertir en un arma de manipulación masiva.

viernes, 15 de septiembre de 2023

Una experiencia 'premium'

Hasta hace dos teleberris, la vida consistía en ir acumulando experiencias. Sin intermediarios de por medio. Ahora las experiencias se compran, se venden y se regalan. Pruebe a teclear en San Google la frase “Vive una experiencia única”. Salen 57.700.000 resultados en 0,43 segundos. Hay tantas experiencias como planes de ocio y disfrute pueda imaginar. Porque, salvo excepciones, todas están enfocadas al goce. Desde saltar en paracaídas hasta ver una puesta del sol con un cubata, pasando por el clásico de los pintxos, que da para una tesis doctoral. Hay hasta quien vende como una experiencia única correr una carrera de 64 kilómetros y 12.000 metros de desnivel, aunque digo yo que en semejante reto hay más sufrimiento que felicidad. Como aquello del todo incluido quedó viejuno, ahora lo que se lleva son las experiencias premium, deluxe, gold, elite, plus, y todo lo que suene a lujo. Cuanta más pasta tengas y puedas gastar, más premium. Si eres un básico (andas más pelado de dinero), pues te tiras a lo basic. Este verano, en uno de esos días de calorazo, al atardecer subimos a la Muga 8, a 600 metros. Llevamos una botella de vino, jamón, chorizo y pan. De noche, con 25 grados y con una luna preciosa, al fondo veíamos las luces de Irun, Hendaia y Hondarribia. Durante las dos horas largas que pasamos allí arriba, hasta bien entrada la noche, seguramente fuimos las personas más felices del mundo. Fue una experiencia premium... y gratuita.

domingo, 10 de septiembre de 2023

El banco de Agiña

En los primeros años de la posguerra, 4.000 presos del régimen franquista construyeron a pico y pala la carretera que une Oiartzun y Lesaka por los altos de Aritxulegi y Agiña. Son 22 kilómetros de cuestas y curvas que el Ejército del dictador mandó levantar ante las dificultades que tenía para mover a sus tropas de Donostia al norte de Navarra por el puente de Endarlatsa. Los prisioneros recordaban años después que cada día debían perforar 60 centímetros en el túnel de Aritxulegi, que une Gipuzkoa y Navarra, so pena de sufrir castigos y más hambre. Paradojas de la vida, cientos de aficionados al ciclismo disfrutan cada año subiendo y bajando Aritxulegi y Agiña. La cima de Agiña, muy abierta, ofrece una vista espectacular. Enfrente están las Peñas de Aia y por encima del túnel de Aritxulegi se abre una enorme ventana por la que ves al fondo el mar. En ese lugar, a escasos metros del conjunto artístico que Jorge Oteiza y Luis Vallet crearon en 1959 en homenaje al Padre Donostia, había hasta este pasado fin de semana un banco en el que te sentabas, descansabas y le pegabas un par de tragos al botellín mientras disfrutabas del panorama. Alguien decidió que el banco sobraba, lo arrancó de cuajo y lo destrozó. Un impresentable. 

domingo, 3 de septiembre de 2023

Exjefes

La escritora Marta Jiménez Serrano lanzó hace unos días, a raíz del caso Rubiales, esta pregunta en su perfil de Twitter: “¿De qué (ex)jefe os estáis acordando hoy?”. Ayer se contabilizaban casi 600 respuestas. Un repaso de varios, muchos, de los testimonios, te produce escalofríos. Serían necesarias varias páginas para exponer los casos que se relatan, la inmensa mayoría de mujeres que han sufrido vejaciones en su lugar de trabajo. No hay mucho espacio en este txoko, pero ahí van algunos ejemplos: “Yo me acuerdo de dos. De uno que dijo en una comida de empresa que entre él y yo había una tensión sexual no resuelta. De otro que me dijo que me iría mejor si me operara los pechos, tocándome para decir que sí, que más grandes mejor” (Alba del Campo). “Del que me sacaba 30 años y me pasaba notitas diciéndome que necesitaba besarme. Yo era su becaria” (Paula Púa). “De aquel que, en nuestra primera reunión sobre el proyecto, desvió el tema para hablarme de su fascinación por la sexualidad femenina y preguntarme si yo sabía de la existencia de mujeres eyaculadoras y otras que necesitan tener siete orgasmos al día” (Pampa G. Molina). “Aquel jefe que me preguntaba por el color de mi ropa interior, que me tocaba el culo en los pasillos, que se despedía diciendo: ve por la sombra, que por el sol los bombones se derriten” (Marta Nieto Díaz).