viernes, 26 de octubre de 2018

Profesores

Crecí en colegios, institutos y universidades públicas en los que el respeto a los profesores no diré que era norma común, pero sí habitual. Más allá de las trastadas propias de la adolescencia, no se discutía el temario que impartía cada docente. Si había que leer El miedo a la libertadde Erich Fromm, se leía y punto. Si tocaba aprender de memoria una tabla, se aprendía y punto. Si el profesor ponía deberes, fueran muchos o pocos, se hacían y punto pelota. Lo que decía el profesor iba a misa, no ya porque fueran profesores de ordeno y mando (que no lo eran), sino porque era una autoridad y tenía un prestigio que no se discutía. Había buenos, mediocres y malos, como en botica, pero por encima de todo estaba su magisterio. Por supuesto, si elevaba alguna queja, el muy manido “el profesor me tiene manía”, mis padres salían en defensa del docente. Lógico y normal. Las tornas han cambiado y hoy, por lo visto, los padres han perdido el respeto a los profesores. No lo digo yo. Lo dice una encuesta de Cambridge University Press. El 78% de los profesores vascos consultados creen que los progenitores han perdido el respeto y la confianza hacia ellos. Es una muestra mínima (59 profesores de Euskadi de un total de 1.133 encuestados en el Estado), pero los números dan que pensar y reflexionar.

lunes, 22 de octubre de 2018

Todo o nada

en los últimos años se ha puesto de moda en el fútbol de elite que jugadores y técnicos se pongan la mano en la boca cuando hablan entre ellos para que los programas de televisión no destripen sus palabras con lectores de labios. Las conversaciones suelen ser banales, pero dan mucho juego en ese nuevo periodismo televisivo que consiste en convertir una anécdota en noticia. La docuserie All or Nothing: Manchester City, que emite Amazon Prime Video, sorprende por lo contrario. Nadie se tapa la boca. Fluyen las conversaciones y el telespectador conoce en ocho capítulos los entresijos de un club de fútbol como pocas veces se ha visto. Las motivadoras charlas antes, durante y después de los partidos de Pep Guardiola, qué pasa cuando un jugador se lesiona en mitad de un encuentro y es atendido en el vestuario, la soledad de la recuperación en el gimnasio rodeado de un ejército de auxiliares especializados en mil materias, o cómo se fragua un fichaje en los despachos (en este caso la contratación del exjugador del Athletic Aymeric Laporte) salpican un relato que engancha. Lógicamente, no se cuenta todo, pero es un buen ejemplo de la transformación que está viviendo el fútbol profesional de elite, dominado por un puñado de multimillonarios clubes.

viernes, 19 de octubre de 2018

En Turquía no se atreverían

Dos de los jueces de la Audiencia Nacional que revisarán la sentencia que condenó a los jóvenes de Altsasu a penas de entre dos y trece años de cárcel por una trifulca con dos guardias civiles y sus parejas fueron en su día condecorados... por la Guardia Civil. Como comentaba hace unos días el periodista Guillermo Nagore, en Turquía no se habrían atrevido a montar un juicio semejante con jueces semejantes. Llueve sobre mojado porque la jueza que condenó a los jóvenes de Altsasu, Concepción Espejel, también fue condecorada por la Guardia Civil (se ve que hay afición) y está casada con un coronel de la Benemérita. La falta de neutralidad parece evidente, así que las defensas pidieron antes del juicio recusar a la jueza (se lo denegaron por presentar la petición fuera de plazo) y lo han vuelto a hacer ahora en el caso de los dos magistrados. Mil a cien a que no prospera el recurso. A todo esto, tres de los jóvenes de Altsasu (Adur Ramírez de Alda, Jokin Unamuno y Oihan Arnanz) llevan hoy 705 días en prisión. Más de 23 meses. Por comentar, José Barrionuevo, condenado por el Tribunal Supremo a diez años de prisión por el secuestro de Segundo Marey, reivindicado por el GAL, permaneció tres meses en la cárcel. Nada más que añadir, señoría.

domingo, 14 de octubre de 2018

'Everestización'

Lo contaba ayer en estas páginas el montañero Patxi Goñi con profusión de detalles sobre su última mala experiencia en el Manaslu: las montañas más altas de la Tierra se han convertido en una romería de turistas. Los montes que antaño estaban reservados solo para que ascendieran unos elegidos, son hoy resorts repletos de nuevos ricos que suben ochomiles como quien se compra un capricho caro. El romanticismo ha desaparecido frente al poder de los dólares. Nada de recorrer un valle de Nepal, conocer a sus gentes y disfrutar de su exuberante paisaje hasta llegar al campo base para intentar luego ascender a la cima. Hoy lo que se lleva es montar en helicóptero para alcanzar el campamento base en un pis pas, subir el ochomil de turno por la vía normal y, agarrado a las cuerdas fijas instaladas previamente por los sherpas, enchufarse a la botella de oxígeno para llegar calentito a la cumbre. Arriba, una fotito, a ser posible enviada al instante y subida, cómo no, a las redes sociales para fardar con los amigotes, y vuelta al punto de partida. El Manaslu (octava cumbre más elevada del planeta) sufre lo que en el mundo del montañismo se conoce como Everestización, un aluvión de ascensiones de nulo valor que tiran por tierra las grandes gestas que el alpinismo ha protagonizado en el Himalaya y el Karakorum.

viernes, 5 de octubre de 2018

#Zaidsequeda

Se llama Zaid Ait Malek. Llegó a España hace 14 años desde Marruecos escondido en los bajos de un camión, y hoy es uno de los mejores corredores de montaña del mundo (19º en el ranking mundial). Allí donde corre, Zaid derrocha energía y simpatía. Es uno de los corredores más queridos en el mundillo de lo que internacionalmente se conoce como trail running, en los últimos años ha ganado más de 80 carreras, entre ellas la Zumaia Flysch Trail o la Camille Extreme de Isaba, y ha sido cuatro veces top 10 en la Zegama-Aizkorri. Zaid pertenece al equipo Buff, lo que no quiere decir que viva de correr. Al contrario, se cuentan con los dedos de una mano los corredores que se ganan el pan corriendo por el monte. Un buen ramillete (caso de Zaid) tienen un patrocinador, pero no ganan un sueldo. Las victorias y los numerosos podios que ha logrado (el fin de semana pasado fue segundo en la prestigiosa Ultra Pirineu de Bagà, en Barcelona) no son suficientes para que la Administración le renueve su permiso de residencia. No ha sumado el número de días de trabajo necesarios para validar la autorización y se expone a una expulsión del país. El plazo vence hoy. Las redes sociales se han volcado en su apoyo. Si fuera jugador del Madrid, Florentino lo arreglaba con una llamada.