viernes, 25 de julio de 2014

Interpueblos

si de chaval te gustaba el deporte y en casa lo mamabas desde que eras un crío, hoy almacenas en tu memoria infinidad de recuerdos que permanecen imborrables. En mi caso, mantengo vivas las imágenes del primer partido que presencié en Atocha (Real-Español), el segundo título de Liga ante el Athletic, la amarga victoria contra el Stuttgart, un Sabadell-Real en la Nova Creu Alta con Genaro Celayeta, Periko Alonso y Julián Ordoki vistiendo la camiseta arlequinada o un Barça-Osasuna en el Camp Nou de los 80 con bocata de butifarra incluido. Cómo no, también recuerdo como si fueran hoy las llegadas a Ibardin con Kelly, Laguía, Gorospe y compañía, los Tour de Indurain en el Tourmalet tras pasar la noche en una tienda de campaña, el Mundial de ciclismo de Barcelona que ganó Claude Criquelion, el primer título del Bidasoa o la primera Behobia que vi desde el arcén de Gaintxurizketa. Recuerdos infantiles y juveniles como la final del Interpueblos de mano de hace 35 años en el Labrit. Para un chaval de Donostia, que su ciudad juegue mañana la final de este torneo en el Atano III quizás no le diga nada. Para un chaval de Bera, y más si es pelotari, el recuerdo permanecerá imborrable, de por vida, gane o pierda. Zorionak!

viernes, 18 de julio de 2014

Hacer arte de una presa

Si alguna vez se ha tumbado a la bartola en la campa de Guadalupe, en Hondarribia, seguramente habrá puesto sus posaderas en un banco realizado en bronce que no es tal. Es una preciosa escultura de Remigio Mendiburu que simboliza una txalaparta y está sujeta a la superficie con hormigón. Desgraciadamente, en alguna ocasión ha sufrido el vandalismo de los indeseables de turno. Si cruza a Hendaia por el puente de Santiago verá una estela de Jorge Oteiza en la mediana de la carretera que, cómo no, también ha tenido que ser reparada más de una vez. Nuestro paisaje urbano y rural está trufado de esculturas, monumentos y símbolos, pero muchas veces desconocemos su significado y, sobre todo, su autoría. Das dos pasos y te encuentras con un obra de Oteiza en un recóndito hueco de una iglesia de la Parte Vieja donostiarra, observas a diario sin prestar atención por habitual varios emblemas creados por Eduardo Chillida, acudes a la caja de ahorros y estás rodeado de pinturas de Amable Arias, José Luis Zumeta o Rafael Ruiz Balerdi, caminas por una plaza de Benta Berri y pisas el artístico pavimento de José Antonio Sistiaga y te asomas al embalse de Arriaran y compruebas que Néstor Basterretxea hizo arte de una presa. Arte vasco de vanguardia en estado puro.

viernes, 11 de julio de 2014

Vive le Tour!

Gérard Holtz, el periodista deportivo francés más famoso (también es el mejor pagado y, seguramente, el más guapo), acostumbra a despedir sus programas con una frase (“Vive le sport!”) a la que durante estas semanas añade la coletilla de “Vive le Tour!”. Que el Tour vive y está vivo se ha demostrado en seis días de carrera. El fin de semana pasado, mirabas la pantalla del televisor y te daban ganas de plantarte en la campiña inglesa y sumarte a las oleadas de aficionados que poblaron las cunetas como jamás se ha visto. El Tour es francés, la lengua que tradicionalmente ha gobernado el ciclismo y la UCI, pero, paradójicamente, desde hace años en el pelotón el idioma que más se habla es el inglés. Los equipos y las marcas comerciales anglosajonas (con los fabricantes de bicicletas a la cabeza) han pasado a liderar un deporte que, pese a los escándalos, sigue siendo un buen escaparate para vender productos, sea una bici o una ciudad. El Tour, el Giro y la Vuelta son una herramienta de promoción turística de primer orden. No hay mejor postal que las imágenes que ofrece el helicóptero. Dame una autocaravana, dinero para gasolina y 21 días de vacaciones, y déjate de Punta Cana y el Caribe. Donde estén los Dolomitas, que se quite todo.

lunes, 7 de julio de 2014

Sorpresas, las justas

Llegados a la fase decisiva del Mundial, ninguna selección ha alterado el orden del planeta fútbol. Brasil, Alemania, Argentina y Holanda contaban en todos los pronósticos para figurar en el cuadro de semifinales, y la realidad no ha hecho sino confirmar los vaticinios. De hecho, históricamente el campeonato no depara grandes sorpresas, más allá de algunos resultados llamativos que se suelen registrar en la clasificatoria de grupos. Europeos y sudamericanos han protagonizado todas las semifinales de los Mundiales, salvo una de 2002 en la que se coló Corea del Sur, anfitriona de aquel campeonato junto a Japón. Costa Rica estuvo anteayer a punto de convertirse en el primer combinado de la Concacaf que traspasaba esta barrera, pero Van Gaal y su chistera se lo impidieron. Los países centroamericanos, norteamericanos y africanos deberán esperar a Rusia 2018 para derribar este muro.

jueves, 3 de julio de 2014

'Hacer un Endika'

Superados los 40, e incluso los 30 años, cuando sale uno de fiesta, tan importante como pasarlo bien es decidir cuándo vuelves a casa. Una retirada a tiempo es una victoria, reza el dicho que marca el antes y después de una farrilla. Si no te retiras a tiempo, corres el riesgo de sufrir una resaca de esas en las que tu lengua es una bola de polvorones, el cuerpo no se coordina con la cabeza, te vence la somnolencia y pides coca-colas a gritos. Si te marchas a tiempo, rebajas los padecimientos que se sufren después de un día de jarana. Marcharte en plena juerga está mal visto, así que hay que tirar de estrategias. La más socorrida es despistar a la cuadrilla entre poteo de un bar a otro, y tomar las de Villadiego. El caso es buscar una excusa y (muy importante) no ser el encargado de llevar el bote. Siempre habrá alguien que te recordará que ese será el último trago, la chopera, la espuela, que no te vayas, que esta y ni una más. Hay tretas varias para escabullirse y luego está lo que en la cuadrilla acabamos de bautizar como hacer un Endika. Consiste en largarte a casa con el mayor de los sigilos, sin levantar sospechas. Estás sentado de madrugada después de una recena en la sociedad, te levantas como quien va al baño y te piras sin hacer ruido. Al cabo de diez minutos, ya no hay rastro de ti. Mandas desde casa un WhatsApp al grupo y si te he visto no me acuerdo.