viernes, 26 de septiembre de 2014

Dimitir, del verbo dimitir

No sé qué es más complicado: recordar cuándo marcó la Real un gol de falta directa desde el borde del área o hacer memoria de cuándo fue la última vez que dimitió un ministro del Gobierno español. Resolveremos la incógnita al final del texto. El caso es que estamos tan acostumbrados a que no dimita ni dios que tanta renuncia seguida nos pilla a contrapié. Primero se pira Gallardón y ahora el presidente de RTVE, Leopoldo González Echenique. Dos en tres días. La estadística hecha añicos. Amigos, no estamos preparados para tanta dimisión. Estamos habituados a los desmentidos, los pagos en diferido, las medias verdades, los rostros de mármol, las mordidas, los tresporcientos, las fortunas sin pegar un palo al agua y el escapismo. Dimitir, lo que se dice dimitir, es un hecho excepcional entre la clase política, cuando en realidad en muchas ocasiones es un acto de sinceridad. Lo has hecho mal, has perdido o te has equivocado, coges tus bártulos y te marchas a casa. Aquí sucede lo contrario. En lugar de dimitir, se practica el patapún p’arriba. Te ascienden a capitán general. Y, por cierto, gana la Real. Hace cuatro años (febrero de 2010) Bravo anotó un txitxarro en un lanzamiento directo y hace cinco que no dimitía un ministro forzado por las circunstancias (Mariano Fernández Bermejo en febrero de 2009).

viernes, 19 de septiembre de 2014

Oler la brisa del mar

Uno de los placeres de subir un monte es llegar a la cima y divisar la sucesión de picos que se adivinan en el horizonte. Asciendes al Ibantelli o al Axuria, y tienes una panorámica tan incomparable como el marco. A un lado el mar, al fondo las Landas, y hacia el otro lado Larun, Ekaitza, Mendaur, más allá el Ori y, si las nubes lo permiten, a lo lejos se ve el afilado Anie. El perfil de Aiako Harria, que dicen que recuerda al rostro de Napoleón, se puede observar desde varios puntos, aunque puestos a recomendar, la silueta es preciosa desde la carretera que baja desde el alto de Lizuniaga. En tardes como las de esta semana, ver la puesta del sol en montes como Peñas no tiene precio. No digo que haya que aplaudir al estilo Ibiza, pero casi. Son tan versátiles las vistas, que un 15 de agosto te puedes plantar a las once de la noche en la cima de Larun y ver al mismo tiempo los fuegos artificiales de Donostia y de Biarritz. Resulta complicado distinguir montes que estén más allá del Pirineo navarro, salvo que seas Jordi Solé, Mark Bret y Juanjo Díaz de Argandoña, tres fotógrafos que este verano han captado una imagen de los Alpes... hecha desde los Pirineos, a casi 400 kilómetros de distancia. Va a ser verdad aquello que me dijo un familiar por vía paterna, que aseguraba convencido que desde la Ribera navarra se olía la brisa del mar.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La paradoja del cine

Paradojas del cine. A partir de mañana, el Kursaal, el Victoria Eugenia, los cines Príncipe y los cines Antiguo Berri se llenarán de espectadores ávidos de películas, sean cuales sean. Lo mismo da un truño coreano que una obra maestra de Dorothy Arzner. A 300 metros escasos del epicentro del cine (basta con cruzar el puente sobre el Urumea), nueve salas se encuentran bajo la amenaza del cierre. Ocine, la empresa que gestiona las salas del centro comercial La Bretxa, ha presentado un ERE de extinción que afecta a una quincena de trabajadores. Llama la atención el evidente contraste. De un lado, un Festival que ha hecho del éxito de público una de sus señas de identidad; del otro, nueve salas sobre las que se cierne la clausura definitiva, se supone que porque no son rentables. Desde 2004 en Donostia se han cerrado las salas del centro comercial Garbera, los míticos cines Astoria y las diez salas que Warner Lusomundo regentaba en el complejo de Illunbe. Argumenta un compañero que la sobresaliente asistencia de los espectadores al Zinemaldia se debe, no solo a la calidad que ofrecen las películas, sino también a que se trata de un acontecimiento social. Seguramente, sin el envoltorio del Zinemaldia no pagaríamos una entrada por ver algunos de los filmes que se proyectarán a partir de mañana.

viernes, 12 de septiembre de 2014

De prescindible a adictivo

Hace ya unos años, y no estoy hablando del Pleistoceno, tener un móvil era algo extravagante. No diré que estaba mal visto, pero sí era habitual encontrar más amigos que carecieran del aparato que un rara avis que lo tuviera y lo utilizara. De hecho, a más de uno le daba (y le sigue dando) reparo hablar con el móvil por la calle. Y existía una resistencia numantina a comprarlo. Incluso entre los periodistas, pese a que luego se ha revelado como un herramienta imprescindible para realizar este trabajo. “Ni tengo móvil ni lo voy a tener”, escuchabas a más de uno. Su expansión y popularización ha sido tan vertiginosa que hoy es complicado encontrar a alguien que no tenga el dichoso celular. Ha pasado de ser un artilugio prescindible a ser indispensable y hasta adictivo. No podemos vivir sin él, estamos enganchados, más aún desde que se ha convertido en un miniordenador que nos mantiene en permanente contacto con la familia, los amigos y el mundo que se mueve ahí afuera. Cada lanzamiento de un nuevo aparato se convierte en una ceremonia de resonancia mundial que los medios amplificamos. Ha sucedido esta semana con la marca de vanguardia. No le hace falta gastarse un duro en publicidad. Ya le hemos hecho el trabajo por adelantado.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Calderilla

si usted es pintor y ha dejado con el rodillo y la brocha una habitación como un primor, tal vez los dueños de la casa le feliciten e incluso le den una propinilla. Si trabaja de pescatera, se ha levantado a las cuatro de la mañana para ir a la lonja y ha servido tres medianas a una clienta, puede que a los pocos días esa misma mujer le recompense su trabajo recordando lo fresco que estaba el pescado. Si trabaja usted de enfermera, puede que una paciente que regenta una empresa de plantas le agradezca su dedicación y su trato exquisito llenando el office de flores de lo más diversas para todo el personal. Si es usted camionero de los que reparten pedidos de comercio en comercio, sin tiempo para aparcar el vehículo como dios manda, como mucho su cliente le firmará el albarán y si te he visto no me acuerdo. Si es usted periodista y ha hecho bien su trabajo; un buen reportaje, una entrevista o, qué sé yo, una exclusiva, le felicitará su madre, que son las fans número uno de los plumillas. Pero si usted es el presidente de un club de fútbol y sus chavales le dan una alegría, entonces vendrá su patrocinador chino y le gratificará con 100.000 eurazos. 16 millones de pesetas. Calderilla. Qué mal está repartido el dinero en este mundo.