viernes, 30 de diciembre de 2011

De Donostia a Tarifa.. y vuelta

Imaginen que se embarcan en una aventura a pie desde Donostia a Tarifa... y vuelta a Donostia. 2.200 kilómetros de nada. Ahora sumen una carga de material a acarrear (ropa y víveres) de 160 kilos por cabeza, una superficie helada que pica hacia arriba y está llena de trampas, y una temperatura veraniega que rara vez baja de los 25 grados bajo cero en un lugar inhóspito en el que durante esta época del año nunca se pone el sol.
A grandes rasgos, así se ha dibujado la larga (44 días) y exitosa marcha que ha llevado a Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juan Vallejo desde la base rusa de Novolazarevskaya, a donde llegaron desde Ciudad del Cabo, hasta el Polo Sur, a la latitud en la que convergen todos los meridianos.
Si ya eran originales a la hora de plantear sus expediciones verticales (entre los tres suman casi una treintena de ochomiles), no lo han sido menos al embarcarse en esta expedición horizontal que tuvo su precedente hace unos meses con la travesía de 2.300 kilómetros y 32 días que realizaron en la también superficie helada, aunque menos fría, de Groenlandia. Solo desde una capacidad de sufrimiento casi sin límites se puede entender la gesta del trío, que ha soportado temperaturas de hasta 45 grados bajo cero y ha tenido también que echar mano de su santa paciencia durante los días en los que no soplaba el viento y no podían avanzar un metro con sus trineos tirados por cometas.
Iñurrategi, Vallejo y Zabalza han caminado en mitad de ese vacío blanco que representa la Antártida, una meseta de casi 3.000 metros de altura en la que la insignificancia del ser humano se expresa como en ningún otro sitio. Para hacerse una idea de qué representa el Polo Sur, basta decir que el país más cercano (Chile) se encuentra a 3.700 kilómetros, y la ciudad más próxima es Ushuaia, en Argentina, a 3.900 kilómetros de distancia. El mérito de los expedicionarios, amén de llegar al Polo Sur, es haberlo hecho en total autonomía, es decir, sin ningún apoyo externo. No son los primeros vascos en alcanzar el punto más al sur de la Tierra (el vizcaino José Carlos Tamayo lo hizo en diciembre de 1994 con el programa de TVE Al filo de lo imposible, y su paisano Willy Bañales lo consiguió en 2003), pero sí son los primeros que intentan cruzar la Antártida de costa a costa, previo paso por el Polo Sur.
Y es que la segunda parte de esta travesía les llevará ahora de nuevo al litoral, a Bahía Hércules, después de otra ración de cientos de kilómetros y aproximadamente 30 días más de andadura.
Hasta la fecha, solo ocho personas en el mundo han conseguido atravesar la enorme masa helada de mar a mar en total autonomía. Vallejo, Iñurrategi y Zabalza están ahora 2.200 kilómetros más cerca de su objetivo (la travesía total tiene 3.700 kilómetros). Como cuando descienden al Campo Base tras hollar un ochomil, sólo cuando lleguen a Punta Arenas, en Chile, podrán decir aquello de que han puesto el lazo a la expedición. Mientras, que les aproveche el turrón y el champán que portan en sus trineos.

* Artículo publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA

'Estrobo'

El pasado domingo murió Xabier Lauzirika, Estrobo. Para quienes no sigan las competiciones de remo, su nombre no les dirá nada. Para quienes se asoman habitualmente al mundo arraunlari, era una enciclopedia de este deporte, un apasionado de las traineras, capaz de archivar hasta el más desconocido dato sobre este club o aquella regata. Estrobo procesaba y, sobre todo, compartía el inmenso volumen de estadísticas e historias que había acumulado durante años y años viviendo el día a día del remo. A la hora de compartir su tesoro de datos, no distinguía entre un becario y un veterano del oficio. Le daba igual que le planteara una duda un recién llegado de tierra adentro, que hasta que le enviaron a cubrir una bandera, lo más parecido a una trainera que había visto en su vida era la barca de Chanquete y que no diferenciaba proa y popa; que atender una cuestión de un periodista curtido en mil regatas. Era de esas personas con las que basta entablar una conversación de cinco minutos para congeniar. Un hombre bueno. Un tipo al que recurrías cuando, tras la primera jornada de La Concha, tal bote había sacado tres segundos de ventaja al segundo. Descolgabas el teléfono y llamabas a Estrobo, que siempre te sacaba de dudas y te recitaba casi de memoria la cuadrilla que poseía el récord que tú eras incapaz de encontrado. Estrobo era un veterano (murió a los 82 años), una especie que, dicen, desgraciadamente se está extinguiendo en las redacciones de los medios de comunicación. Y la veteranía, amigos, siempre es un grado.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Talos y bollos XXL

Comieron tantos talos cuando no se nadaba en la abundancia ("Cuando no había otra cosa para comer", suelen decir con resignación), que ahora los aborrecen. Por más intentos que hagas, no conseguirás que la amatxi ni la amona coman un talo. A lo sumo, echan un bocado para catarlo y dar el aprobado o el suspenso. Así que no extraña su alucine cuando en las ferias ven las colas que guarda el gentío para comerse la harina con agua al nada módico precio de cinco euros la pieza. Digo yo que si se vendieran talos en los supermercados, rara vez los compraríamos, aunque lo mismo dijimos en su día de la tortilla de patata precocinada, y a ver quién es el guapo que nunca ha metido un paquetito en el carro del súper. Con un talo, nunca lo haríamos. Si no, que se lo digan a la buena gente de Leitza que hace años fundó una empresa de talos y tuvo que cerrar al poco tiempo. Tal vez habrían encontrado mercado en Iparralde, donde a la hora de la krakada (del francés cracade, pronúnciese con la r fuerte francesa), hay quien se mete hasta tres entre pecho y espalda. Para talos, dicen, los de Segura, y para bollería, la que se vendía en los soportales de La Bretxa hace años, antes de que remodelaran el edificio y construyeran el actual mamotreto. Era venir a Donostia y, después de visitar templos sagrados como el Mendaur, el Erniope y el Sariketa, zamparte tan a gusto un xuxo XXL o un croissant de tamaño sideral. Echaron abajo La Bretxa y nunca más se supo de los bollos gigantes. Siempre nos quedará el talo.

martes, 13 de diciembre de 2011

De leyendas y viajes

Cuenta la leyenda urbana que tres amigos (cazadores ellos) dijeron un día a sus respectivas (esposas y novias) que se marchaban una semana entera a Toledo a practicar su afición favorita. A los días, alguien vio su coche en el parking del aeropuerto de Barajas y se descubrió el pastel: las escopetas estaban en el maletero y los pájaros habían volado a Cuba para practicar otro tipo de caza. O sea, el mito del cazador cazado, que cambia según quién cuente la historia. Otra leyenda que, como tal, nunca ha podido ser científicamente demostrada habla de tres amigos que, en una sobremesa de barra de bar, se arrancan con un "a que no hay huevos de...", y se apuestan a que cogen un avión, se plantan en Madrid, toman tres txikitos y a las tres horas están de vuelta. Viajes hay para todos los gustos y colores. Sabido es que Patxi López en sus vacaciones gusta de viajar en coche sin ruta planificada y sin atar ni comidas ni hoteles. A lo que salga. Conozco una pareja especialista en otro tipo de rutas. Consiste en desplazarse a un destino ya previsto y luego cambiar de plan sobre la marcha. Un año, en agosto, decidieron viajar a Galicia pero, como era 1992 y todo quisqui iba a Sevilla, acabaron cruzando Portugal hasta llegar a la Expo'92. En otra ocasión fueron a visitar en julio el sur de Francia y terminaron viendo el final del Tour con Indurain en el podio de París. La última ha sido viajar a Sos del Rey Católico previo paso por Obanos y Lerín, seguir luego hasta Sort (había que comprar lotería) y acabar cruzando hasta Andorra por aquello de comprar tabaco para las cuñadas y darse un baño en Caldea.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Geyperman

Uno nunca sabe si estos textos se leen en horario infantil, así que seré políticamente correcto. Allá vamos. En la década de los 70, cuando los Reyes Magos eran los Reyes Magos y Olentzero era un carbonero que bajaba del monte el día de Nochebuena, hacíamos la selección de juguetes que íbamos a pedir mirando con fascinación los escaparates de las tiendas y los anuncios de las dos cadenas de televisión que existían en la época. Hoy los regalos se eligen por catálogo. Tengo entre mis manos un tocho de 183 páginas a todo color con cientos de juguetes, muñecas, peluches, coches, camiones, excavadoras (siempre fueron mi debilidad), futbolines, cocinas (creo que les llaman cocinitas, como los chefs, que a toda palabra le ponen un diminutivo), guitarras, teclados, puzles y las muy vanguardistas Wii, Play, Xbox y todo esos artilugios del demonio. Cuatro décadas después, compruebo que hay juguetes imperecederos como la Magia Borrás, las Nancys y Barbies, el Monopoly (desconozco si las nuevas versiones incluyen a los mercados) y el Playmobil. Pero por más que paso y repaso las hojas del catálogo, no encuentro el Geyperman. En una esquina, escondidita, veo otra reliquia, el Cinexin, pero adapatado al siglo XXI, es decir, vinculado a una célebre película de animación de Disney. Y es que buena parte del muestrario de juguetes está relacionado con los filmes y series que inundan la pequeña y la gran pantalla. Seguramente lo más anacrónico, y a la vez fantástico, de pedir regalos es que, en estos tiempos de iPads, iPods e iPhones, todavía entregamos las cartas en papel y en mano.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Los Reyes, en lunes

Siempre he tenido cierta querencia por adelantarme a los calendarios. Ahora mismo, mientras tecleo estas letras, no tengo necesidad de recurrir a almanaque alguno para saber que el próximo 29 de enero cae en domingo, que la Semana Santa será la primera semana de abril, que la festividad de San Fermín será en sábado, que la Behobia de 2012 se celebrará el 11 de noviembre y que el próximo año es bisiesto. La patronal y su matraca de pasar todos los festivos al lunes para eliminar puentes, acueductos y similares me va a facilitar esa impagable labor de saber cuándo cae cada celebración de santos, santas y vírgenes que abundan en el Estado laico consagrado por la Constitución (en el artículo 16, por concretar). Aseguran los jefes de los empresarios, valga la redundancia, que semanas como esta que nos ocupa, nunca mejor dicho, suponen una pérdida de competitividad. Que no es de recibo trabajar un día sí y otro no o, como es el caso de algunas empresas, cerrar, recién iniciado diciembre, durante toda la semana. La patronal excluye de su propuesta los días de Navidad, Año Nuevo, Viernes Santo y la Pilarica. Así que prepárense para celebrar el día de Reyes en lunes, el 1 de Mayo en lunes, el Día de Todos los Santos en lunes, y así todas las festividades. Prepárense para esto y más porque se empieza por el calendario laboral y se sigue con el horario de comidas (comer a las tres o cuatro de la tarde es muy poco europeo), la cervecita fuera del bar y la siesta, costumbres todas con los días contados. Que hace 20 años que semos europeos, oiga, y todavía no nos hemos enterado.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Rubén Beloki

Aseguraba hace unos días un periodista que Rubén Beloki hace gala de un sentido común que es poco común. Detrás de ese juego de palabras se esconde una acertada definición que, por qué no, también se podría aplicar a otro Beloki, Joseba, el exciclista, otro modelo de sensatez en un mundo como el del deporte, en el que a veces solo afloran muestras de frivolidad y mal gusto. Desde la distancia que da leer una entrevista en un periódico, escuchar unas declaraciones en una radio o ver un partido de pelota por televisión, Beloki, el pelotari, siempre me ha parecido un buen tipo por lo que hace y dice dentro y fuera de las canchas. Un tío al que le puedes comprar un coche de segunda mano sin temer a que se te rompa la junta de la culata a las primeras de cambio. Beloki es el yerno que toda suegra querría para sí, con permiso de Xabi Alonso, el paradigma de deportista que destaca por sus valores dentro y fuera de los campos de fútbol. Dicen quienes conocen a Beloki que tiene una calidad humana fuera de lo normal. Siempre me ha parecido un pelotari distinto, y no solo porque en el frontón pegara con clase unos zurriagazos terribles o porque no levantara la voz cuando le emparejaban con delanteros de menos nivel para equilibrar los torneos. En su quehacer diario también ha sido diferente. Hace ya muchos años, en un gesto poco usual en un deportista, se declaró objetor de conciencia y, en lugar de perder el tiempo en la mili, cada día llevaba en una furgoneta de la Cruz Roja a personas discapacitadas que trabajaban en distintos puntos de la comarca de Pamplona. En eso también fue un ejemplo.