viernes, 26 de enero de 2024

Pufo sobre ruedas

Adivinen qué dijo Francisco Camps cuando en 2007 era presidente de la Generalitat Valenciana y anunció que la ciudad de Valencia acogería un Gran Premio (GP) de Fórmula 1: “No le costará ni un euro al ciudadano”. El año pasado la Generalitat todavía estaba pagando el agujerazo que dejó la ruinosa carrera. Se calcula que la Fórmula 1 provocó un boquete de 300 millones de euros en las arcas públicas. Ni siquiera se cumplió el contrato. Después de cinco ediciones (estaban previstas siete), el GP en el circuito urbano dejó de celebrarse. No se cumplieron ni las expectativas de ingresos ni las de público y, cómo no, el evento estuvo rodeado de oscurantismo, comisiones ilegales y sobornos. El martes se presentó el GP que Madrid organizará desde 2026 a 2035, también en un circuito urbano, y la locuaz Isabel Díaz Ayuso dijo que “no comprometerá ni un euro público”. No aportó ni una sola cifra del coste que tendrá el evento (el canon que se paga a los mandamases de la Fórmula 1 asciende a 49 millones anuales), pero sí hizo referencia a los beneficios y citó esas dos palabras que tanto gustan a los políticos: impacto económico. En Madrid, tachán, tachán, se calcula un impacto económico de 4.500 millones de euros y 8.000 empleos directos. Tiene toda la pinta de que el GP de Madrid va a ser otro pufo sobre ruedas, pero el papel lo aguanta todo.

jueves, 18 de enero de 2024

Momenticos donostiarras

Durante las 240 horas, o más, que duran los sanfermines, cada hijo e hija de vecino disfruta de ese instante en el que se le eriza el vello por la emoción del momento. El momentico. Para algunos, el momentico es el txupinazo, ese ponerse el pañuelico al cuello con el nudo pequeño y bien atado abajo, nada de pegado a la garganta. Para otros son las jotas a San Fermín que se cantan durante la procesión del día 7 sin necesidad de que seas católico, apostólico y romano, y hay quien recuerda de por vida el Ikusi mendizaleak que miles de personas cantan el 14 de julio en los tendidos de la plaza de toros cuando acaba la última corrida. Puestos a elegir, me quedo con la salida de los gaiteros a la Plaza Consistorial, unos 20 minutos después del txupinazo, para tocar el ¡Ánimo pues! que, así, con ese título, no les dice nada, pero que arranca con “Si no tienes un duro, no te hace caso nadie...”, que, más o menos, la sabemos cantar. No hace falta ser donostiarra para conocer los momenticos del Día de San Sebastián. La Izada, a los sones de la Marcha de San Sebastián, nunca te deja indiferente, pero, si me dan a elegir, hay un momentico en la Arriada muy especial: cuando suena el himno de la Real. La fiesta ya va cuesta abajo, pero no hay nada como escuchar el Txuri-urdin para venirte arriba. 

viernes, 12 de enero de 2024

San Mamés '91

La única vez que asistí a un derbi en el viejo San Mamés palmamos 2-1. Fue un sábado noche de abril del 91. Expósito entrenaba a la Real y el golito que metió el Txipiron Atkinson para igualar el tanto inicial de Valverde no fue suficiente porque Luke marcó a once minutos del final. Salimos del estadio lamentando la derrota, pero llevando sobre los hombros una bandera de la Real con una ikurriña que alguien se olvidó en el fondo norte y que aún conservo en casa. Este trofeo y la juerga posterior por el casco viejo fue lo mejor de la noche. Conseguir las entradas fue sencillo. Como estudiábamos en Bilbao, nos acercamos a las taquillas del estadio y compramos dos entradas. Así, sin más. Un compañero de la redacción suele recordar que acudió al Checoslovaquia-Inglaterra del Mundial '82 en San Mamés y adquirió las entradas el mismo día del partido en unas taquillas en el Arriaga. Hoy sería impensable. Hoy no sabemos qué va a ser de nosotros mañana, pero contratamos viajes baratillos en avión para dentro de nueve meses y compramos entradas para conciertos que serán en 2025. Debe ser que nos hemos vuelto todos muy previsores. Por cierto, que si se repasan las imágenes de aquel partido, en San Mamés había muchos asientos vacíos. Hoy, sin embargo, una entrada es un tesoro.

viernes, 5 de enero de 2024

'Subcampeón'

No suele ser habitual que un exfutbolista profesional ponga negro sobre blanco sus días de vino y rosas en el oficio que soñó desde niño. Menos común es que nos cuente sus miserias, sus malos ratos, los agobios que le acompañaban cada uno de los días que se vistió de corto. Zuhaitz Gurrutxaga lo hace en Subcampeón, el libro en el que se desnuda emocionalmente, en el que expone todas sus vivencias desde que empezó a dar patadas a un balón en el barrio San Miguel de Elgoibar. Zuhaitz vuelca todos sus sentimientos y el siempre brillante Ander Izagirre le da forma en 356 páginas que se leen en dos tardes. Acostumbrados a que en el deporte se hable más del éxito que del fracaso, la biografía del exjugador guipuzcoano permite visualizar que, a veces, lo más importante no es llegar a la elite, sea el deporte que sea, sino mantenerse, soportar la presión y disfrutar del momento. Subcampeón te saca más de una sonrisa pero también te provoca en varios pasajes un nudo en la garganta porque, si de algo habla Zuhaitz, es de un tema que hasta hace nada era tabú: los problemas de salud mental. Convivió con la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo, y ha encontrado en los monólogos y en el propio libro una terapia que seguramente servirá a más de uno que esté pasando por el mismo trance.