Durante las 240 horas, o más, que duran los sanfermines, cada hijo e hija de vecino disfruta de ese instante en el que se le eriza el vello por la emoción del momento. El momentico. Para algunos, el momentico es el txupinazo, ese ponerse el pañuelico al cuello con el nudo pequeño y bien atado abajo, nada de pegado a la garganta. Para otros son las jotas a San Fermín que se cantan durante la procesión del día 7 sin necesidad de que seas católico, apostólico y romano, y hay quien recuerda de por vida el Ikusi mendizaleak que miles de personas cantan el 14 de julio en los tendidos de la plaza de toros cuando acaba la última corrida. Puestos a elegir, me quedo con la salida de los gaiteros a la Plaza Consistorial, unos 20 minutos después del txupinazo, para tocar el ¡Ánimo pues! que, así, con ese título, no les dice nada, pero que arranca con “Si no tienes un duro, no te hace caso nadie...”, que, más o menos, la sabemos cantar. No hace falta ser donostiarra para conocer los momenticos del Día de San Sebastián. La Izada, a los sones de la Marcha de San Sebastián, nunca te deja indiferente, pero, si me dan a elegir, hay un momentico en la Arriada muy especial: cuando suena el himno de la Real. La fiesta ya va cuesta abajo, pero no hay nada como escuchar el Txuri-urdin para venirte arriba.
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