miércoles, 28 de abril de 2010

Un año en Jamaica

Un año lleva ya en Jamaica. Sentado bajo una palmera, escribiendo frenéticamente en el portátil, con una botella de güisqui a mano y al son de la música de Emmylou Harris, como genialmente lo retrataron Ricardo&Nacho hace ahora doce meses en la tira de El Mundo. Parece que fue ayer, pero ya ha pasado un año de la muerte de Javier Ortiz, un tipo contracorriente al que daba gusto leer. Hay columnistas que se convierten en parte de tu desayuno. Te gusta leer sus textos porque siempre te aportan lucidez y te invitan a reflexionar. Ortiz era uno de ellos. Su columna bastaba para amortizar la compra del periódico en el que firmara sus artículos, ya fuera El Mundo o Público. Para quienes aún hoy usamos la brújula para orientarnos por el mundo de los blogs y las redes sociales, Ortiz fue todo un descubrimiento. No había que esperar a su columna semanal, porque todos los días colgaba una en su bitácora de Internet, esa misma web (luego renovada) que hoy siguen alimentado sus amigos. Y esos mismos amigos que este viernes han organizado un homenaje en el Koldo Mitxelena de Donostia, impulsado por Alternatiba y apadrinado por las Juntas Generales y la Diputación. Con el título de El compromiso de Javier Ortiz, se celebrará una mesa redonda (19.00 horas) moderada por Mariano Ferrer, en la que participarán la actriz Arantxa Gurmendi, el periodista Ignacio Escolar, la magistrada Garbiñe Biurrun, el escritor Rafael Chirbes y el blogger Mikel Iturria. Jabier Muguruza y Ángel Unzu cerrarán el acto con un par de canciones en directo. Salud, Javier.

domingo, 25 de abril de 2010

Obituarios

Hay secciones de un periódico que los lectores evitan como la peste. Quienes aborrecen el fútbol cogen la pértiga y pasan de Economía a Cultura, los hay que no leen ni línea de Política porque los ídem no hacen más que gastar las palabras, y también abundan quienes no leen una línea de las páginas de Opinión, salvo que el opinador de turno trate un asunto cercano a sus intereses. De todo hay en la viña de los lectores. Al que suscribe, por ejemplo, no le gustan los toros (salvo alguna corrida en Sanfermines, y no propiamente por los morlacos) pero no me perdía ni una sola crónica del fallecido Joaquín Vidal, que firmaba textos exquisitos en El País. A veces ni siquiera versaban sobre toros. Una delicia de artículos. Los obituarios son otro género en el que se encuentran buenas piezas. A un servidor le dan cierto yuyu las páginas de esquelas (será porque tarde o temprano vamos a pasar por ahí), pero los obituarios son otro cantar. Esta semana ha habido a montones acerca de la figura de Juan Antonio Samaranch. Por lo general, tienden a ser textos laudatorios del finado. Pero hay excepciones. Sabido es que el ex presidente del COI no caía simpático en el mundo anglosajón. Tampoco después de muerto. Ahí tienen si no al periodista de The Guardian John Rodda, especializado en olimpismo. El tipo murió el 3 de marzo de 2009, pero como legado dejó escrito ¡el obituario de Samaranch! O sea, que el texto ha estado en la nevera trece meses hasta que fue publicado el miércoles por el diario británico, y no precisamente para lanzarle flores al dirigente catalán.

viernes, 23 de abril de 2010

Xoldokogaina

Un cachondo el islandés que puso nombre al volcán. Eyjafjalla parece ser que se llama el montecillo que escupe lava y cenizas porque, la verdad, lo he leído de más formas que maneras hay de cocinar el cochinillo al chilindrón. Hagan la prueba a pronunciar el nombre del volcán y les resultará tan complicado como si ponemos a un islandés a decir Xoldokogaina, que, para más señas, es el monte que se encuentran encima de Biriatu cuando cruzan la muga en dirección a Iparralde. Dicho de otra forma, el primer monte que surge en la cadena de los Pirineos si se hace la travesía desde Hondarribia a Portbou. Que se sepa, no hay visos de que a corto plazo vaya a entrar en erupción, el Xoldokogaina, digo. A lo que iba. Que el único volcán que conocíamos por estos lares es el volcán de Barakaldo, alias del ciclista Juan Tomás Martínez, uno de aquellos torerillos de Miguel Moreno que corría en el Zahor. El caso es que el volcán ha puesto patas arriba Europa y ha devuelto a la actualidad un medio de transporte que creíamos en peligro de extinción: el autostop. Durante estos días, más de uno hemos visto a viajeros desesperados a pie de cuneta, cartel en ristre y maleta a cuestas, buscando un vehículo caritativo que les llevara a su destino. Uno pensaba que el autostop estaba en desuso, excepción hecha de los días previos a los Sanfermines, en los que siempre te topas con una buena ristra de mochileros, pero va a ser que no. Vuelve el autostop. Vemos a los autoestopistas y recordamos con nostalgia la tira de horas que metimos poniendo el dedo pulgar en alto. A nosotros nos paraban, ¿pararíamos ahora nosotros?

sábado, 17 de abril de 2010

Prólogos

Tengo un amigo que está enfermo. El chaval lee todos los días ocho periódicos, de pe a pa, de la portada a la contraportada. No es de los que se salta secciones (ya saben, hay quien pasa de Política a Deportes, sin pasar por Economía, o quien nunca lee Deportes, e incluso quien sólo lee el horóscopo y las esquelas). La enfermiza dependencia de mi amigo de la prensa en papel o escrita (como prefieran) no tiene, de momento, nombre, pero se admiten propuestas. Lee tantos periódicos y tan variados que apenas tiene tiempo para la lectura de libros, aunque una de sus pasiones confesables es quedarse embobado observando el muestrario de obras que ofrecen los escaparates de las librerías. Desde hace poco, dado que no saca horas para los libros, le ha cogido el gusto a leer, al menos, los prólogos. Hace unos días cayó en su manos la reedición de Bajo los cielos de Asia (Saga Editorial), la obra póstuma del montañero Iñaki Ochoa de Olza. El prólogo es emotivo, precioso, está firmado por Jorge Nagore, a quien ustedes pueden leer todos los domingos en la contraportada de este periódico y que en breve publicará con la misma editorial No querían ganar, que recrea el Tour de Francia de 1983 y la eclosión de corredores como Delgado, Arroyo y Fignon. El prólogo, los prólogos, tienen la ventaja de que te los puedes leer en un pis pas. Por ejemplo, mientras haces la compra en el Carrefour. Hace unos días, mi amigo hizo la prueba. Tomó Más vale pedir perdón que pedir permiso, en el que Jordi Évole, El Follonero, cuenta los entresijos de Salvados. El prólogo lo firma Quim Monzó y es de los que te arrancan una sonrisa.

lunes, 5 de abril de 2010

Segundones

Contaba ayer Raymond Poulidor en este periódico que durante su fabulosa y larguísima etapa como ciclista profesional nunca se levantaba por la mañana con la idea de ganar la carrera que tocara ese día. Quizás esa voracidad por ganar que sí mostraron Jacques Anquetil, Eddy Merckx o Bernard Hinault hizo que nunca lograra el Tour (fue tres veces segundo y cinco veces tercero), aunque se ganó la simpatía y la admiración de todo un país. Poulidor, Pou Pou, ha quedado retratado para la posteridad como el eterno segundón, una descripción con tintes peyorativos que no se ajusta a su palmarés. Junto a Joop Zoetemelk (seis veces segundo en el Tour, aunque lo ganó en una ocasión), Poulidor representa el segundo escalón del podio, ése del que nunca nos acordamos cuando hacemos memoria. Siguiendo con el símil ciclista, y ya que estamos a las puertas de otra Vuelta al País Vasco, ¿alguien se acuerda de qué corredor fue segundo tras Alberto Contador en la general de la edición de 2009? ¿Recordamos quién acabó segundo en la Vuelta y en el Giro del año pasado? ¿Y en los últimos Juegos Olímpicos de Pekín, quién fue segundo tras Usain Bolt? Los segundos también cuentan, aunque nuestra memoria colectiva sea tan selectiva. Así que, para que quede en los anales, recordaremos a quienes ayer rozaron el triunfo pero se quedaron a un paso. Tom Boonen en el Tour de Flandes, Mark Webber en el Gran Premio de Malasia de Fórmula 1, Gonzalez y Laskurain en la final del Parejas, y Tomas Berdych y Venus Williams en el Master 1000 de Miami.

domingo, 4 de abril de 2010

Una de planes

Como por estas santas tierras disfrutamos de una Semana Santa más larga que en la mismísima Sevilla (en la capital hispalense mañana es jornada laboral), durante estos días tenemos tiempo de ocio como para aburrirnos hasta de nosotros mismos. Que no está nada mal, oiga. Si usted es de los de culo inquieto y tira millas, el jueves, o antes, puso pies en Polvorosa y estará agotando sus últimas horas en el palacio de Schönbrunn de Viena, en los fiordos de Noruega, en la playa de Papagayo de Lanzarote o en la punta del Arlas. Qué se yo. El jueves, si uno se asomaba a la A-8, parecía que toda Gipuzkoa y parte de Bizkaia se marchaban a Las Landas y nos quedábamos aquí cuatro pringaos. Purita envidia que sentíamos los que ahora les tomaremos el relevo. Si usted es más de hacer escapadas por casa, por lugares que están aquí al lado y hace tiempo que no visita, tiene un par de días para disfrutar. Aquí va un plan para mañana. Su destino es Xareta, la agrupación que engloba a Sara, Urdazubi, Zugarramurdi y Ainhoa; previa parada en Ezpeleta. En esta última localidad se celebra mañana una feria en torno a su producto más preciado: la biperra (pimiento). De camino a Sara, donde un año más se organiza en el polideportivo el Euskal Idazleen Biltzarra, es obligatoria la parada en Ainhoa, que prepara sus mejores galas para el verano. Comprados los libros en Sara, se dirige a Zugarramurdi por la Benta Berruet (la ruta tiene más encanto que la tradicional por Dantxarinea) para hacer una visita al Museo de las Brujas y a las menos conocidas, pero no menos atractivas, cuevas de Urdazubi. Que le aproveche.

viernes, 2 de abril de 2010

Turismo de basura

Conocíamos el turismo de playa, el de monte, el de cruceros, el sexual, el de fin de semana, el de lugares con encanto, el de balneario, el de nieve y hasta el espacial, y ¡toma ya!, de repente descubrimos el turismo de basura, que no es lo mismo que la basura de turismo. Para los no iniciados, diremos que el turismo de basura de momento se practica en Usurbil y localidades cercanas, y consiste en pasar olímpicamente del sistema puerta a puerta de recogida de residuos sólidos urbanos, que es la fórmula políticamente correcta de denominar a lo que toda la vida hemos llamado "tirar la basura". Los practicantes del turismo de basura (no hay estadísticas) se caracterizan por depositar los desperdicios en municipios ajenos al suyo (normalmente próximos) y evitan ejercitar el puerta a puerta. Sirva todo este preámbulo para confesar que, aunque no resido ni en Usurbil ni en ningún pueblo próximo, hace tiempo que practico el turismo de basura. De forma esporádica e involuntaria, pero lo confieso y me flagelo (son fechas apropiadas). Algunos días salgo de casa, meto la basura en el coche porque el contenedor está de camino al trabajo y, despistado de mí, olvido depositar la bolsa en su lugar correspondiente. A la media hora, justo cuando llego a Donostia, la peste me recuerda que he olvidado tirar la dichosa bolsa, así que la pobre cae en el primer contenedor que encuentro. Hay días peores en los que el olor no avisa enseguida sino cuando coges el coche después de la jornada laboral. "Incívico" y "responsabilízate de tu mierda" es lo que me ha espetado por aquí una colega donostiarra. Razón tiene.

jueves, 1 de abril de 2010

Un periódico y un café

aseguran las malas lenguas que la lectura de prensa en formato de papel, ese ejercicio que está realizando usted ahora, está en peligro de extinción. Que tiene los años contados, vamos, porque Internet se va a zampar todo el pastel. Afirman que ese goce que consiste en comprar un par de cruasanes, calentar un café con leche y leer el periódico (de la portada a la contraportada, o viceversa), se marchita. Que las generaciones que nos tomen el relevo seguirán calentando el café con leche, pero para llevárselo a la habitación, encender el ordenador y repasar las noticias del día. Que estarán más familiarizados con la pantalla que la tinta. Nos cuentan también (y no les falta razón) que el inabarcable mundo de los blogs ha abierto una inagotable fuente de información, aunque no todo lo que mana de las millones de bitácoras sea potable. Es crucial distinguir el grano de la paja, aunque cierto es que el boom de los blogs ha provocado una especie de reciclaje del periodismo hacia otros formatos desconocidos hasta hace nada. En esas estábamos cuando nos llegan, una tras otra, noticias de que dos de los periódicos punteros del mundo (The Times y Le Monde) van a cobrar un peaje por acceder a sus contenidos en Internet. The Times lo hará a partir del 1 de junio al precio de una libra (1,1 euros), es decir, lo mismo que vale el periódico en papel. Le Monde pedirá quince euros al mes por ver en Internet todo lo que publica en su edición impresa. Si esta tendencia se extiende, ¿bajaremos a por el periódico y los cruasanes a la tienda de la esquina o nos llevaremos el café con leche a la habitación?