miércoles, 26 de diciembre de 2007

On egin

Aesta hora en la que escribo estas líneas, usted se acaba de zampar el trocito de mazapán que le correspondía a su cuñada, está echando la siesta después de atiborrarse de cordero o conejo (con perdón), tiene treintayunas y va de mano (se le nota en la sonrisilla), acaba de empezar a ver La casa de la pradera y no sabe que la peli dura cuatro horas y media (sin contar los cortes de publicidad), está jugando con el Pressing Catch de su hijo, trata de descifrar cómo narices funciona el mp4 que le acaba de dejar Olentzero o, de puro aburrimiento, lee las noticias del sábado. O sea, amigo, usted está librando mientras aquí un servidor y unos amigos juntamos letras y páginas para que hoy lea todo lo que ha pasado en las últimas 48 horas mientras se toma un cafelito. Y digo bien librar porque esta esclava profesión (con perdón de los esclavos) nos obliga a currar 362 de los 365 días del año. Y hay días como el de Navidad que cuesta lo suyo arrancar. Sobre todo en estos últimos tiempos en los que los periodistas comprobamos con envidia cochina que cada vez son más las empresas que ofrecen a sus empleados la posibilidad de tener más tiempo libre. Porque (y aquí quería yo llegar), ¿trabaja alguien los viernes por la tarde? A veces da la impresión de que sólo lo hacemos una cuadrilla de pringaos. Puestos a sugerir ideas, propongo que los jefes de los periódicos se pongan de acuerdo y recuperemos la Hoja del lunes. Así libraríamos todos los domingos. Hacemos una portada común y el resto, deporte. Mola, ¿no?

lunes, 24 de diciembre de 2007

Bandas sonoras

Felipe, el cuñao, del que ya he hablado en este rincón en otras ocasiones, es un apasionado de las bandas sonoras. Película que ve, banda sonora que compra. Ya no va al cine tantas veces como quisiera (en realidad ya no va porque hay un momento en tu vida, cuando llegan los hijos y tal, en el que ir a ver una peli es imposible), pero cuando lo hace siempre te habla de las canciones. No soy ni cinéfilo ni experto en bandas sonoras, aunque recordaré de por vida el tema central de Cinema Paradiso (una obra maestra, que dirían los entendidos), de Ennio Morricone. El caso es que me suele parecer que algunas películas tiene una canción principal que engancha y el resto son versiones del mismo tema. Como las películas, la vida también está llena de bandas sonoras. A veces escuchamos una canción y nos trae a la mente un recuerdo. Viajamos en el tiempo y recordamos ese viaje, esa cita o esa juerga que hicimos mientras escuchábamos tal canción. Todos tenemos nuestra banda sonora, nuestra canción fetiche. En estos días en que nos volvemos tan tiernos, no estaría mal buscar una banda sonora para este país, tan laberíntico y complicado. Si la música amansa a las fieras, qué mejor que subir el volumen y acallar tanta injusticia y tanto dolor sin sentido. Servidor, que tiene varias bandas sonoras para recordar en su vida, propone el tema Baldorba, cantado por el gran Benito y escrito por Juan Antonio Urbeltz. Ustedes propongan el suyo.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Periodistas radiofónicos

Seguro que les ha ocurrido alguna vez. Durante años han escuchado en la radio a un periodista, un tertuliano o un colaborador, y un día, zas, de repente, lo ven de carne y hueso en la televisión. Resulta que el personaje que existía en su imaginario tiene cara y ojos. Y claro, cuando uno pone rostro a una voz, llegan las sorpresas. Porque tú habías dibujado al periodista de turno de una forma, y no tiene nada que ver con lo que ves. Si pensabas que tenía el pelo corto, lo tiene largo, y si creías que era delgado, pues es más bien gordito. Ese misterio que esconde la radio ya no es lo que era. Aunque las redacciones de las emisoras (y las de los periódicos) están plagadas de periodistas que dan la cara y jamás salen en la tele, hoy conocemos a casi todos los presentadores de radio, ya sean lejanos o cercanos. En el mundo de la imagen hay que mostrar el careto. Te tienen que conocer, vamos. Y tienes que poner tu careto, aunque sea contra tu voluntad. Lejos quedan los tiempos en los que escuchabas a Javier Sardá en las madrugadas de Radio Nacional y no tenías ni idea de cómo era el personaje. Lo mismo sucedía con Dani Arizala, que no aparecía ni en los reportajes de ETB sobre Euskadi Irratia, hasta que lo descubrimos en Beste gu. Ya nada es igual, aunque quedan excepciones. El próximo sábado publicaremos en las páginas de Comunicación una entrevista con un locutor que se jubila el día 25 después de 40 años de trabajo en una misma emisora. Muchos de ustedes seguro que reconocen su voz, pero no todos le saludarían por la calle por quizás no le conocen. El sábado da la cara.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

De bancarios y objetivos

Hubo un tiempo en el que todo pichichi quería ser bancario o funcionario. Ya sabes. Entras a las ocho de la mañana a trabajar, sales a las tres, y tienes toda la larga tarde para dedicarte en casa a emular al barbas de Bricomanía. [En otra ocasión hablaremos del tipo de Bricomanía, que el otro día se fabricó una sauna como quien monta un mueble de Ikea]. No tengo amigos funcionarios, así que no sé si su vida es tan plácida como nos la suelen pintar. Supongo que, como todo, su trabajo tiene sus ventajas e inconvenientes. Sí tengo algún que otro amigo que trabaja en una entidad financiera, que es una forma muy neutra de referirse a un banco o a una caja de ahorros. Joxema, que así se llama, y al que aprovecho para felicitarle su próximo cumpleaños porque siempre se me olvida, no se pega la vida padre. Trabajar en una caja de ahorros, ser bancario (que no banquero), se ha convertido en un oficio estresante. Se acabó aquello de entrar a las ocho y salir a las tres. Se sigue entrando a las ocho, pero no se sabe a qué hora se va uno a casa. La competencia es brutal. Como en otras tantas empresas, los objetivos a cumplir no es que sean mensuales o semanales, son diarios. Sucede también ya en los comercios. Hace unos días, en un reportaje de una televisión francesa sobre tiendas de delicatessen en París, ofrecían la reunión que a diario realiza el encargado de uno de los comercios con los empleados antes de iniciar la jornada de trabajo. El tipo les dejaba muy clarito que al final del día tenía que hacer una caja de 36.000 euros. Era el objetivo del día. Yo diría que es la presión del día.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Forrest Gump a la navarra

Cuando lean estas líneas Ricardo Abad llevará siete, ocho, diez o quince horas corriendo a pie. El chaval se ha propuesto cubrir de un tirón los 177 kilómetros que separan el puente de Endarlaza, en la muga entre Gipuzkoa y Navarra, y Cintruénigo, ya casi en Soria. Ha salido la pasada medianoche y pretende llegar a donde los Chivite a media tarde, antes de que anochezca, a un ritmo de seis minutos el kilómetro. Hoy es San Patxi, patrón de esa pedazo de tierra de diversidades, y a este buen hombre le ha dado por celebrar el 3 de diciembre con una de esas gestas que te cansan sólo de contarlas. Aunque parezca lo contrario, Abad no es del centro de Bilbao, es de Tafalla, que casi da lo mismo, porque a cabezón no le gana nadie. Cuando se plantea una empresa no hay dios que le frene. Hace unos años le dio por tratar de llegar en bici desde Málaga a Donosti en 48 horas en pleno verano. Le esperamos en el Bule, pero se quedó en el camino, achicharrado por el sol. Y no hace mucho intentó completar corriendo los 759 kilómetros del Camino de Santiago en seis horas y seis días. A mitad de ruta tuvo que parar por una lesión. Lo de ir por la N-121 tiene su mérito. Y no lo digo porque haya que subir Belate, sino por el tropel de camiones que circulan por esta carretera. Nuestro Forrest Gump a la navarra (dicho sea con toda la simpatía del mundo) se prepara para una prueba de 24 horas que se celebrará en Barcelona. Si ya son insólitas este tipo de pruebas, qué decir de Dan Karnazes, un tipo que ha corrido 50 maratones durante 50 días seguidos en cada uno de los estados de ídem Unidos. Ya lo dijo aquel: "Hay gente pa tó".