viernes, 30 de marzo de 2012

Rutas y caminos

Si son lectores habituales de este periódico, sabrán que nuestro excompañero Guillermo Nagore se ha embarcado en una aventura, "bomberada" la llama él (con permiso de los bomberos, que son gente seria), que le está llevando desde Fisterra hasta Jerusalén, en 7.000 kilómetros de nada. Paso a paso nos está convenciendo hasta a los más escépticos, no por su cabezonería (que para algo es navarro), sino porque no le veíamos que se hubiera preparado físicamente lo suficiente para afrontar un reto de esta envergadura. Nagore ha elegido una ruta original, poco común (hace una travesía larguísima y en sentido inverso), en una época en la que se han puesto de moda las caminatas por senderos más o menos conocidos. Porque al archifamoso Camino de Santiago, con todas sus vertientes, sumen el ahora resucitado Camino Ignaciano (De Loiola a Manresa), la Ruta Vía de la Plata (Sevilla-Santiago), la Ruta del Cid (Burgos-Valencia) o la mismísima Cañada Real de los Roncaleses, que te lleva del Pirineo navarro a las Bardenas. Si no disponen de tanto tiempo libre y son más de travesías de un día, es recomendable, aunque muy dura (entre 60 y 70 kilómetros), la Marcha de las XIV Horas que la sociedad Aralarko Adiskideak organiza cada cuatro años (coincidiendo con el año olímpico) en Tolosa. Esta vez es el 27 de mayo y es una bonita oportunidad para descubrir a fondo el siempre imprescindible Aralar.

P.D.: ¿La huelga? La huelga se resume en el lema de una pancarta que cuelga desde hace días desde un puente de la AP-8: "¿Os hacéis los suecos? Nos haremos los griegos".

viernes, 23 de marzo de 2012

Tocan agonía

Resido a unos 300 metros de una parroquia, así que mis oídos están más que habituados a los tañidos de las campanas. Suenan a y cuarto, a y media, a menos cuarto, en punto, las vísperas de festivos, los festivos, los días de misa mayor, los de misa menor, en bodas, bautizos y comuniones. Hay, sin embargo, un sonido de las campanas al que no me acostumbro: es el que popularmente se denomina como "tocan agonía". Son golpes secos que anuncian la muerte de un vecino y que hoy, metidos en pleno siglo XXI, se siguen escuchando con el mismo ritual que hace tropecientos años. Las campanas del "tocan agonía" (sería más adecuado decir que "tocan a muerto") tienen su propio código comunicativo. Si son antes de las ocho de la mañana, significa que el funeral del difunto (de cuerpo presente, of course) es ese mismo día y, si son después de las ocho de la mañana, quiere decir que las honras fúnebres serán al día siguiente. El número de campanadas es distinto si se trata de un hombre o una mujer, así que quien escucha los tañidos maneja unos cuantos datos para averiguar la identidad del fallecido. Una llamada a tu madre, o viceversa, suele servir para aclarar quién nos ha dejado, o para embarullarlo aún más, porque normalmente no conoces al finado. "Es complicado explicarte quién era. Seguro que no le conocías", suele ser la respuesta de manual en una conversación más propia de Sálvame Deluxe. Aquí aún se estilan las campanas, y en otras zonas tiran de bandos por megafonía. Por aquello de cambiar esta liturgia, la Iglesia podría innovar y tocar las campanas cada vez que nazca un nuevo vecino. Que no todo sean penas.

viernes, 16 de marzo de 2012

Vaciar el 'stock'

La crisis tiene mil caras que seguramente no se aprecian hasta que te quedas sin trabajo. Cada desempleado o cada trabajador que ve su puesto en peligro de extinción guarda una historia que merece ser contada. Zuhaitz Gurrutxaga, excentral de la Real que ahora juega en el Lemona, colista de Segunda B, describió hace una semana en este periódico otra vertiente de la crisis: la de quienes confían en que su empresa ingrese el máximo dinero posible antes de un cierre anunciado para poder cobrar los sueldos que les adeudan. En su caso, los jugadores del Lemona se han partido el pecho para llegar a la final de la Copa Federación (se clasificaron el miércoles tras eliminar al Ceuta), no por el prurito de lograr un trofeo desconocido incluso para los más futboleros, sino por el premio económico que conlleva: la conquista del título tienen una recompensa de 90.000 euros, el equivalente a tres mensualidades para una plantilla que no ve un duro desde que arrancó la temporada. En idéntica tesitura se encuentran los trabajadores de Muebles Inchausti, que cada minuto que pasa ven morir a una empresa que hace nada era un gigante del sector. Aseguraba ayer en estas páginas uno de los trabajadores que su objetivo es vaciar todo el stock para hacer caja y seguir cobrando las nóminas. Triste destino para un futuro que se presenta impredecible. Si, como dicen algunos expertos, no hemos hecho más que cruzar el ecuador de esta crisis (se supone que llevamos incrustados en ella desde 2008), una de dos: o lo peor está por venir, o ya queda menos para salir de esta espiral.

viernes, 9 de marzo de 2012

Radiola

2012 es un año bisiesto o, lo que es lo mismo, toca Eurocopa de fútbol y Juegos Olímpicos. Hace muchos años, en los meses previos a una competición deportiva de semejante calado, algunas familias cambiaban de modelo de televisión (de modelo de aparato, quiero decir). En casa lo hicimos en 1982, meses antes del Mundial del Naranjito. Compramos un Radiola para ver a aquellos internacionales de la Real que hoy todavía recitamos de memoria, y el estreno fue todo un acontecimiento. Miguel, el vecino que vendía e instalaba las teles, conectó el aparato en el salón y de allí salieron imágenes en color (en aquellos años se estaba produciendo el tránsito de los televisores de blanco y negro a color). Como era costumbre, Miguel se quedó luego en la cocina echando unos vinos y dando cuenta de un trozo de queso. Dentro de unas semanas la Radiola va a cumplir 30 años. Funciona perfectamente. Ha soportado la llegada de la TDT y todo tipo de programas, la pobre. No sabe qué es la obsolescencia. Hoy puede que un técnico acuda a tu casa a instalarte una tele tipo pantallón panorámico, pero es casi impensable que se quede a echar unos vinos. En realidad, todos nos hemos convertido en pseudotécnicos de los cachivaches tecnológicos que tenemos en casa. Hace 30 años apenas veíamos la primera cadena, la segunda (también conocida como la UHF) y las tres francesas (ETB nació el día de Nochevieja de ese mismo año), y hoy podemos ver más de 50 canales. Pero, ayer y hoy, siempre hay quien sentencia: "No hay nada en la tele".

viernes, 2 de marzo de 2012

Navarra y el euskera

El pasado miércoles, Canal 4 de Navarra, pionera entre las televisiones locales del territorio vecino, se apagó para siempre. Después de 18 años en antena, el canal del Grupo Prisa echó el cierre. El viernes pasado cerró el diario Público y este miércoles la web mondraberri.com. Como ven, los medios de comunicación estamos cayendo como moscas. Desde que llegó esta maldita crisis, se calcula que cerca de 5.000 trabajadores vinculados con este sector han perdido su empleo en una sangría que no cesa y que afecta por igual a grandes, medianos y pequeños. Estamos ante un ejercicio de supervivencia que no difiere mucho del que se vive en otros sectores. Hoy trabajar no es que sea un derecho, es que se ha convertido en un privilegio. Pero volvamos al cierre de Canal 4. El Gobierno navarro tenía previsto conceder dos millones de euros a las tres televisiones locales. Al clausurarse Canal 4, ha decidido destinar 1,66 millones a Canal 6, afín a UPN, y 340.000 a Popular TV, controlada por el Arzobispado y la Cope. Pero, sobre todo, lo que ha perdido el Ejecutivo de Yolanda Barcina es una excelente ocasión de demostrar que su sectarismo con el euskera no es tal. Frente a los dos millones que reciben Canal 6 y Popular TV, las seis revistas, las seis radios y la tele que emiten en euskera no recibirán este año ni un céntimo de las arcas forales. Nada. UPN, PP y PSN (lo de los socialistas es para hacer una tesis doctoral) se encargaron en el Parlamento de suprimir las ayudas a los medios euskaldunes. Por no hablar de las trabas que el Gobierno navarro pone a la captación de ETB por TDT. Tierra de diversidades le llaman.