viernes, 26 de agosto de 2022

Google Maps

Cómo no recordar aquellas vacaciones en la costa mediterránea que tenían como colofón dos días de turismo en Barcelona. Pillamos un hotel en las afueras de la ciudad, en mitad de una maraña de carreteras de 200 carriles, rotondas y un tráfico infernal al que no estábamos acostumbrados. Ni sé las vueltas que dimos alrededor del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat porque se suponía que el hotel estaba cerquita. Varias horas después, llegamos al destino. Inolvidable también el viaje en coche en 2003 desde Viena a Lyon, visitando Austria, Alemania, Luxemburgo, Suiza y Francia. Acabó bien pero empezó con un problemilla. Después de visitar Viena durante dos días, tocaba recoger el coche de alquiler y volver al hotel a por las maletas... pero no había manera de recordar el camino de vuelta al hotel. Inolvidable también esa amiga que, queriendo ir a Dantxarinea, apareció en el alto de Lizaieta, o mi padre, que después de una boda en el Costa Vasca de Donostia, acabó con mi madre y otra pareja en Zarautz... cuando su intención era ir a fiestas de Igantzi. Con Google Maps ya no hay problema para ser un sherpa de las carreteras. Me dicen ahora que viaje a Murmansk (Rusia, para más señas), y llego al destino sin pestañear... y sin confundirme en un solo cruce.

sábado, 20 de agosto de 2022

Munros

Sir Hugh Thomas Munro (1856-1919) dedicó buena parte de su vida a explorar y catalogar las montañas de Escocia que superan los 3.000 pies (914 metros). En 1881 publicó una lista que incluía 282 cumbres que, desde entonces y en su honor, llevan el nombre de munros. Coronar todos los munros se conoce en Escocia como Munro bagging y es un reto que se plantea más de un montañero a lo largo de su vida. El país no tiene montes muy elevados (el más alto, el Ben Nevis, mide 1.345 metros) pero ofrece un paisaje maravilloso, espectacular, jalonado de munros. Nick Gardner, un mozo de 82 años, completó el pasado domingo su colección. El montañero, exprofesor de Física, caminó 3.200 kilómetros y superó 152.000 metros de desnivel para subir y bajar los 282 munros, en un desafío que ha acabado en poco más de dos años. Impresiona el tesón de Gardner y emociona el motivo que le llevó a embarcarse en la aventura: la enfermedad de Alzhéimer que sufre su mujer, Janet, desde hace unos años. En su periplo, ha recaudado 60.000 libras para Alzheimer Scotland y The Royal Osteoporosis Society. Si alguien por estos lares le quiere emular, el concurso de los Cien Montes de Euskal Herria consiste en coronar cien ascensiones (que estén incluidas en el Catálogo de Cimas de Euskal Herria) en un plazo mínimo de cinco y un máximo de diez años, a razón de 20 por año, una por jornada y sin repetir ninguna.

miércoles, 17 de agosto de 2022

Trikidantz

Hace ya unas décadas, en los 90, de regreso de Potes después de pasar unos días de camping en cuadrilla, no recuerdo cómo pero sí porqué, paramos en Mutriku. Dio la dichosa casualidad de que era viernes y ese fin de semana eran Galbaixo Jaiak, las fiestas del Calvario, las fiestas menores de la localidad. Como teníamos un par de amigos mutrikuarras, nos faltó tiempo para desviarnos de la AP-8 e ir a visitarles, previa acampada en un camping cercano que apenas pisamos. De aquel intenso fin de semana de juerga, sokamuturra, baños en el puerto y risas (ligar, lo que se dice ligar, ligábamos entre poco y nada), lo que más recuerdo es la verbena. Era en pleno centro y estaba a rebosar de gente bailando. Hace una semana, en otras fiestas y con más años, disfrutamos de una verbena como aquella, de las de toda la vida, con Trikidantz, un grupo navarro que lo mismo pone a bailar a un bebé que a un señor de 100 años, que lo mismo toca Sarri sarri, Ikusi mendizaleak o Sigo siendo el rey. No somos muy bailongos, pero se nos iban los pies. La música que se programa en las fiestas da para escribir un tratado, pero donde esté una verbena con grupos como Trikidantz, una txaranga, una banda tipo La Pamplonesa o un mariachi, que se quite todo.

domingo, 7 de agosto de 2022

Lo del K2

La semana pasada se armó un revuelo importante después de conocerse que 145 personas habían alcanzado el 22 de julio la cima del K2, la segunda montaña más alta del mundo. Para hacernos una idea, en un día pisaron la cumbre tantas personas como entre 1954 y 1996. En su vertiente deportiva, el acontecimiento carece de valor. Los 145 clientes de las agencias nepalís, que son las que organizan las expediciones a las grandes montañas, subieron enchufados a botellas de oxígeno y con cuerdas fijas hasta la cima. Por comparar, solo unos días después, Denis Urubko, uno de los mejores alpinistas del mundo, coronó en solo 29 horas el K2 sin oxígeno tras hollar antes el Broad Peak y el Gasherbrum II. Unos y otro son la noche y el día. Ya lo hemos contado alguna otra vez por aquí. Es como subir al Tourmalet con una bici convencional o con una eléctrica. No hay color. Otra cuestión es las críticas que reciben los sherpas nepalís por masificar, desnaturalizar y comercializar los ascensos a los colosos del Himalaya y del Karakorum. Críticas que se hacen desde Occidente, desde este primer mundo que lo comercializa absolutamente todo, desde una subida al Cervino con un guía hasta ver los sanfermines en la Estafeta desde un balcón. Vemos la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.