Hace ya unas décadas, en los 90, de regreso de Potes después de pasar unos días de camping en cuadrilla, no recuerdo cómo pero sí porqué, paramos en Mutriku. Dio la dichosa casualidad de que era viernes y ese fin de semana eran Galbaixo Jaiak, las fiestas del Calvario, las fiestas menores de la localidad. Como teníamos un par de amigos mutrikuarras, nos faltó tiempo para desviarnos de la AP-8 e ir a visitarles, previa acampada en un camping cercano que apenas pisamos. De aquel intenso fin de semana de juerga, sokamuturra, baños en el puerto y risas (ligar, lo que se dice ligar, ligábamos entre poco y nada), lo que más recuerdo es la verbena. Era en pleno centro y estaba a rebosar de gente bailando. Hace una semana, en otras fiestas y con más años, disfrutamos de una verbena como aquella, de las de toda la vida, con Trikidantz, un grupo navarro que lo mismo pone a bailar a un bebé que a un señor de 100 años, que lo mismo toca Sarri sarri, Ikusi mendizaleak o Sigo siendo el rey. No somos muy bailongos, pero se nos iban los pies. La música que se programa en las fiestas da para escribir un tratado, pero donde esté una verbena con grupos como Trikidantz, una txaranga, una banda tipo La Pamplonesa o un mariachi, que se quite todo.
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