viernes, 27 de mayo de 2011

Sentido común

Hay gente con la que convives toda tu vida, pero a la que nunca llegas a conocer del todo. Sabes cuándo está de mala leche, pero te resulta imposible interpretar sus silencios. Hay otro tipo de personas con las que te bastan cinco minutos, media hora o tres cuartos de hora de conversación, no para conocerlas, pero sí para darte cuenta de si te caen simpáticas. No conozco a Martín Lasarte más allá de lo mucho que he leído, visto y oído en los dos últimos años, y más allá de la hora larga que me concedió para una entrevista para la revista On, el pasado mes de julio. La Real acababa de iniciar la pretemporada de la vuelta a Primera. En aquella conversación habló poco de fútbol y mucho de la vida, de sus recuerdos, de su forma de ser. Bastó una hora para comprobar que era un buen tipo y que en el fútbol y en la vida se guía por el sentido común. Jokin Aperribay, que también tiene cara de buen tipo, también se ha manejado con sentido común desde que accedió a la Presidencia de la Real. Por eso, a ojos del aficionado, resulta inexplicable la destitución de Lasarte. El entrenador ha cumplido los objetivos que le marcaron, ha jugado media Liga sin uno de los mejores jugadores de la plantilla, ha sacado chispas a la cantera y ha logrado la permanencia con una suma de puntos que en otros tiempos te ponía a las puertas de una competición europea. Y, sin embargo, está en la calle sin que a día de hoy sepamos las razones. Más que nada porque el club todavía no las ha ofrecido. Que te vaya bonito, Martín.

jueves, 19 de mayo de 2011

Campaña

En 2010 supimos que los políticos se habían convertido en el tercer problema para los ciudadanos (lo decían las encuestas del CIS). Un año después han consolidado su posición (otra vez según los mismos sondeos), y la campaña electoral no ha hecho sino confirmar que es complicado que, quien es un problema en sí mismo, nos vaya a arreglar nuestros quebraderos de cabeza. Hoy se cumplen catorce días desde que los partidos abrieron su escaparate para mostrarnos todo lo que nos ofrecen para los próximos cuatros años. Conclusión: las campañas se han convertido en un tostonazo. Son una especie de paréntesis en el frenesí político porque lo importante se juega antes y después. Los preliminares se calientan en los últimos tiempos en los tribunales (recurso va, fallo viene) y el pospartido se disputa en los despachos, negociando los pactos que nadie se atreve a acordar de antemano. Durante el partido hay mucho pase horizontal, poco ataque y sobredosis de catenaccio. La precampaña es tan pesadísima y dura tantos meses que los quince días oficiales de rigor no son más que un trámite que los partidos cumplen con viejos mandamientos y nuevas recetas. En las últimas campañas tratan de competir en originalidad, en una carrera por ver quién se tira antes en parapente o posa en bolas para el Interviú local. Hay mucho continente y poco contenido, o eso es al menos lo que uno ve a ojos de periodista. Será que estos días estamos hasta arriba y solo pensamos en cuándo acabará. Un caramelito, por favor.

viernes, 13 de mayo de 2011

Terremotos

Lo más cerca que he estado de vivir (que no sufrir) un terremoto fue a principios de los 90. No recuerdo el año, ni el grado del seísmo en la escala de Ritcher, pero sí me acuerdo de dónde estaba: tumbado en la cama del piso de estudiantes mientras repasaba unos apuntes. Será que había examen al día siguiente. Recuerdo que la lámpara del techo se movió como un demonio y que un buen número de vecinos salieron a la calle alarmados. El asunto no fue a más. Un par de sirenas por aquí, otro revuelo por allí, y se acabó. Un susto y vuelta a estudiar. Días después, algún avispado sacó un dinerillo vendiendo camisetas con el lema Yo también sobreviví al terremoto de Pamplona. Con las catástrofes naturales pasa como con los títulos de la Real: te acuerdas como si fuera hoy de dónde estabas en aquel momento. La gente de Lorca no olvidará en su vida que el miércoles 11 de mayo la tierra tembló bajo sus pies. Como algunos nunca hemos olvidado las inundaciones del 82, el fango que invadía los pisos del barrio y la impotencia de no saber cómo parar aquel enloquecido río que se desbordaba por todos lados. Situaciones dramáticas como la que se vive en Murcia siempre enseñan el lado más humano del ser ídem y, por desgracia también, la vertiente más esperpéntica. Esta vez ha sido Isabel San Sebastián. Y no, no, malpensados, no ha atribuido el terremoto a ETA. Ha dicho en Alto y claro (así se llama su programa en Telemadrid) que "a lo mejor así se reactiva el sector de la construcción".

miércoles, 4 de mayo de 2011

El azufre de EEUU

Confieso que hasta el 11 de septiembre de 2001 no tenía ni repajolera idea de quién era Osama Bin Laden. Lo desconocía todo sobre este hombre que a partir de ese día se convirtió en la encarnación del mal, en el azufre de EEUU, que diría Hugo Chávez. Pese a mi patológica afición por leer periódicos, ver informativos, hacer zaping en el dial de la radio y estar conectado a Internet, creo que nunca había oído hablar del tal Osama. Tampoco recuerdo si en alguna ocasión había leído, visto o escuchado algo acerca de Al Qaeda. Supongo que sabía tanto de Al Qaeda y Bin Laden como un periodista de Líbano acerca del laberinto vasco. De estudiante había materias más duras (filosofía y química, por ejemplo) que otras, y en esta profesión me pasa lo mismo con la macroeconomía y los conflictos internacionales. Me pierdo. Tengo que leer las informaciones varias veces y preguntar mil dudas. No sé distinguir a un chií de un suní y Oriente Próximo me resulta un galimatías. Hoy sé quién es (era) Bin Laden y hasta sé que tiene (tenía) 56 hermanos. En un guion propio de Hollywood, el vaquero bueno buenísimo se ha vengado del malo malísimo. Sin juicio previo ni zarandajas, que para asuntos como este los USA no se andan con chiquitas. Patapún p'arriba y a otra cosa, mariposa.
PD: Si no alcanzan a comprender por qué este hombre se había convertido en una obsesión para EEUU, lean en la web de El País el artículo La caza de la ballena blanca del siempre recomendable Enric González y entenderán las razones.