jueves, 19 de mayo de 2011

Campaña

En 2010 supimos que los políticos se habían convertido en el tercer problema para los ciudadanos (lo decían las encuestas del CIS). Un año después han consolidado su posición (otra vez según los mismos sondeos), y la campaña electoral no ha hecho sino confirmar que es complicado que, quien es un problema en sí mismo, nos vaya a arreglar nuestros quebraderos de cabeza. Hoy se cumplen catorce días desde que los partidos abrieron su escaparate para mostrarnos todo lo que nos ofrecen para los próximos cuatros años. Conclusión: las campañas se han convertido en un tostonazo. Son una especie de paréntesis en el frenesí político porque lo importante se juega antes y después. Los preliminares se calientan en los últimos tiempos en los tribunales (recurso va, fallo viene) y el pospartido se disputa en los despachos, negociando los pactos que nadie se atreve a acordar de antemano. Durante el partido hay mucho pase horizontal, poco ataque y sobredosis de catenaccio. La precampaña es tan pesadísima y dura tantos meses que los quince días oficiales de rigor no son más que un trámite que los partidos cumplen con viejos mandamientos y nuevas recetas. En las últimas campañas tratan de competir en originalidad, en una carrera por ver quién se tira antes en parapente o posa en bolas para el Interviú local. Hay mucho continente y poco contenido, o eso es al menos lo que uno ve a ojos de periodista. Será que estos días estamos hasta arriba y solo pensamos en cuándo acabará. Un caramelito, por favor.

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