Cómo no recordar aquellas vacaciones en la costa mediterránea que tenían como colofón dos días de turismo en Barcelona. Pillamos un hotel en las afueras de la ciudad, en mitad de una maraña de carreteras de 200 carriles, rotondas y un tráfico infernal al que no estábamos acostumbrados. Ni sé las vueltas que dimos alrededor del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat porque se suponía que el hotel estaba cerquita. Varias horas después, llegamos al destino. Inolvidable también el viaje en coche en 2003 desde Viena a Lyon, visitando Austria, Alemania, Luxemburgo, Suiza y Francia. Acabó bien pero empezó con un problemilla. Después de visitar Viena durante dos días, tocaba recoger el coche de alquiler y volver al hotel a por las maletas... pero no había manera de recordar el camino de vuelta al hotel. Inolvidable también esa amiga que, queriendo ir a Dantxarinea, apareció en el alto de Lizaieta, o mi padre, que después de una boda en el Costa Vasca de Donostia, acabó con mi madre y otra pareja en Zarautz... cuando su intención era ir a fiestas de Igantzi. Con Google Maps ya no hay problema para ser un sherpa de las carreteras. Me dicen ahora que viaje a Murmansk (Rusia, para más señas), y llego al destino sin pestañear... y sin confundirme en un solo cruce.
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