si usted es pintor y ha
dejado con el rodillo y la brocha una habitación como un primor, tal vez
los dueños de la casa le feliciten e incluso le den una propinilla. Si
trabaja de pescatera, se ha levantado a las cuatro de la mañana para ir a
la lonja y ha servido tres medianas a una clienta, puede que a los
pocos días esa misma mujer le recompense su trabajo recordando lo fresco
que estaba el pescado. Si trabaja usted de enfermera, puede que una
paciente que regenta una empresa de plantas le agradezca su dedicación y
su trato exquisito llenando el office de flores de lo más
diversas para todo el personal. Si es usted camionero de los que
reparten pedidos de comercio en comercio, sin tiempo para aparcar el
vehículo como dios manda, como mucho su cliente le firmará el albarán y
si te he visto no me acuerdo. Si es usted periodista y ha hecho bien su
trabajo; un buen reportaje, una entrevista o, qué sé yo, una exclusiva,
le felicitará su madre, que son las fans número uno de los plumillas.
Pero si usted es el presidente de un club de fútbol y sus chavales le
dan una alegría, entonces vendrá su patrocinador chino y le gratificará
con 100.000 eurazos. 16 millones de pesetas. Calderilla. Qué mal está
repartido el dinero en este mundo.
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