si de chaval te gustaba el
deporte y en casa lo mamabas desde que eras un crío, hoy almacenas en tu memoria
infinidad de recuerdos que permanecen imborrables. En mi caso, mantengo vivas
las imágenes del primer partido que presencié en Atocha (Real-Español), el
segundo título de Liga ante el Athletic, la amarga victoria contra el Stuttgart,
un Sabadell-Real en la Nova Creu Alta con Genaro Celayeta, Periko Alonso y
Julián Ordoki vistiendo la camiseta arlequinada o un Barça-Osasuna en el Camp
Nou de los 80 con bocata de butifarra incluido. Cómo no, también recuerdo como
si fueran hoy las llegadas a Ibardin con Kelly, Laguía, Gorospe y compañía, los
Tour de Indurain en el Tourmalet tras pasar la noche en una tienda de campaña,
el Mundial de ciclismo de Barcelona que ganó Claude Criquelion, el primer título
del Bidasoa o la primera Behobia que vi desde el arcén de Gaintxurizketa.
Recuerdos infantiles y juveniles como la final del Interpueblos de mano de hace
35 años en el Labrit. Para un chaval de Donostia, que su ciudad juegue mañana la
final de este torneo en el Atano III quizás no le diga nada. Para un chaval de
Bera, y más si es pelotari, el recuerdo permanecerá imborrable, de por vida,
gane o pierda. Zorionak!
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