viernes, 18 de julio de 2014

Hacer arte de una presa

Si alguna vez se ha tumbado a la bartola en la campa de Guadalupe, en Hondarribia, seguramente habrá puesto sus posaderas en un banco realizado en bronce que no es tal. Es una preciosa escultura de Remigio Mendiburu que simboliza una txalaparta y está sujeta a la superficie con hormigón. Desgraciadamente, en alguna ocasión ha sufrido el vandalismo de los indeseables de turno. Si cruza a Hendaia por el puente de Santiago verá una estela de Jorge Oteiza en la mediana de la carretera que, cómo no, también ha tenido que ser reparada más de una vez. Nuestro paisaje urbano y rural está trufado de esculturas, monumentos y símbolos, pero muchas veces desconocemos su significado y, sobre todo, su autoría. Das dos pasos y te encuentras con un obra de Oteiza en un recóndito hueco de una iglesia de la Parte Vieja donostiarra, observas a diario sin prestar atención por habitual varios emblemas creados por Eduardo Chillida, acudes a la caja de ahorros y estás rodeado de pinturas de Amable Arias, José Luis Zumeta o Rafael Ruiz Balerdi, caminas por una plaza de Benta Berri y pisas el artístico pavimento de José Antonio Sistiaga y te asomas al embalse de Arriaran y compruebas que Néstor Basterretxea hizo arte de una presa. Arte vasco de vanguardia en estado puro.

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