jueves, 14 de julio de 2016

Quejas S.A.

desde hace años, las compañías telefónicas ostentan el dudoso honor de encabezar el ránking de empresas que reciben más quejas, denuncias y reclamaciones por el deficiente, por no hablar pésimo, trato que ofrecen a sus clientes. Pese a que ganan dinero a espuertas, la atención presencial que dispensan a los consumidores (la telefónica da para una tesis doctoral) es casi siempre rácana en personal. Dos, o a lo sumo, tres trabajadores se encargan de atender a clientes que, por lo general, plantean muchas dudas y preguntas porque no es sencillo dominar el lenguaje y los términos que se utilizan a la hora de, por ejemplo, contratar una nueva tarifa. No todo el mundo está familiarizado con megas, imeis, 4Gs, fibras ópticas y fibras simétricas. Así que lo habitual es que se formen unas buenas colas y unas larguísimas esperas, eso sí, con tu turno impreso en un ticket, que queda muy molón eso de que te llame el empleado leyendo tu nombre en una tablet. Luego, una vez has tomado asiento (ahora se llevan mucho los taburetes), normalmente el ordenador se cuelga y las gestiones se eternizan. Nada tengo contra los trabajadores, que la mayoría de las veces te atienden lo mejor que pueden, sino contra unas empresas que pisotean, cuando no engañan, a clientes que cada mes pagan religiosamente sus facturas.

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