Por muy altas que sean las montañas del Himalaya y el Karakorum y por mucha vista de águila que tenga un alpinista, desde un ochomil es imposible ver el mar. Para un nepalí, la sensación de pasear por la playa y mojarse los pies en el Cantábrico es tan extraña como para un occidental caminar sin sufrir el mal de altura a 5.000 metros. Mingma Dorgee, Nima Nuru, Pemba, Pinjho, Ongchu y Ongchu W. disfrutaron ayer de una postal que hasta ahora sólo había visto por fotografías, la televisión o Internet. Los ojos les hacían chiribitas cuando se asomaron al malecón de Zarautz y observaron en el horizonte la inmensidad del Cantábrico. Era la primera vez en su vida que veían romper las olas. Los seis sherpas, junto a una docena de montañeros de varias nacionalidades, recibirán hoy la Medalla de Oro al Mérito Deportivo que concede el Gobierno de Navarra por la gesta que protagonizaron en mayo pasado en el intento fallido de rescatar con vida al alpinista pamplonés Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna. parada y fonda La inmersión de los nepalíes por Gipuzkoa tuvo también parada y fonda en Donostia. La expedición, en la que también figuraban los ochomilistas rusos Alexey Bolotov y Sergei Bogomolov y Guillermo, Daniel y Pablo Ochoa de Olza, hermanos del fallecido, paseó por el marco incomparable y luego se zambulló en los bares de la Parte Vieja para dar buena cuenta de pintxos, txakolis y demás placeres de la cocina de miniatura. Como no podía ser de otra forma tratándose de montañeros, no desperdiciaron la oportunidad de hollar el monte Urgull y disfrutar del espléndido día desde una de las mejores atalayas de la ciudad. No es la primera vez ni será la última que los sherpas visitan Euskadi. En 1995 Juanito Oiarzabal tuvo la ocurrencia de regresar de una de las numerosas expediciones que ha hecho a los colosos blancos con el sherpa que preparaba las comidas en los campamentos base. El chaval se empapó durante varias semanas en una escuela de cocina de Vitoria de los productos, sabores y platos de la culinaria vasca. Hoy es capaz de cocinar un delicioso bacalao a la vizcaina a 5.000 metros y de saciar los paladares más exquisitos del montañismo. Durante su estancia en Euskadi, los sherpas, poco acostumbrados a abandonar su país, van de sorpresa en sorpresa e incluso probaron a jugar a pala en un trinquete de Pamplona. Hoy vivirán en el Palacio de Congreso Baluarte de Pamplona el momento más emotivo del viaje con la condecoración que recibirán junto al resto de alpinistas y el propio Ochoa de Olza (a título póstumo) por una de los gestas de solidaridad más bellas que se recuerdan en el inhóspito Himalaya.El grupo de alpinistas que trató de salvar a Ochoa de Olza recibe hoy la Medalla de Oro al Mérito de Navarra.
* Texto publicado en la sección de Deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA
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