miércoles, 5 de julio de 2006

Becarios

Cuentan que hace tiempo, cuando la carrera de Periodismo duraba cinco años y no existían los créditos universitarios (¿Alguien me puede explicar qué es un crédito?), un diario de Bilbao seleccionó a un chaval entre varias decenas de aspirantes a becarios para trabajar durante todo el verano en su redacción. El chico vivía a hora y media en coche del periódico. Todo inocente, se despidió de su hermana con una frase que luego se convirtió en lapidaria. "Espero que me pongan en el turno de mañana y así pueda dormir todos los días en casa". Ni que decir tiene que no durmió en casa más que los días de libranza y fiestas de guardar. En una sola jornada descubrió que en el Periodismo (al menos en el escrito) no hay horarios que valgan. Que los turnos son de mañana, tarde y noche y, alguna vez, hasta de madrugada. Descubrió también que el sistema dícese del programa de ordenador que utiliza cada redacción era complejo a más no poder. Un mes le costó al muchacho familiarizarse con la pantalla. Aprendió a manejar el dichoso aparato como se aprende a jugar al mus: mirando. Hoy, afortunadamente, la chavalería te da lecciones de informática. Con la llegada de julio, las redacciones se renuevan de aire fresco que llega de las universidades. Dicen que cada vez llega menos aire fresco, que los alumnos en prácticas, que diría el cursi, son una especie en extinción. Ellos se lo pierden. No hay mejor escuela de periodismo que la de disfrutar de un verano en prácticas. Se aprende más durante un día en una redacción que en un año en la facultad. Aunque no se pueda dormir en casa.

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