miércoles, 24 de enero de 2007

Los del otro côté


Se pongan como se pongan los gerifaltes del Banco Central Europeo (BCE), el euro tiene muy mala prensa. Donde esté la peseta que se quite todo. Qué barata era la cesta de la compra hace cinco años y cómo se ha puesto el pollo –el pobre pollo siempre tiene culpa de que suba el IPC– con la puesta en marcha la moneda de marras. Porque euro nos ha facilitado las cuentas a los que vivimos pegados la muga, pero ya me dirán qué demonios pensará un tipo Bollullos del Condado que vivía tan ricamente con sus pesetillas y que viajaba por Europa cada años. Pues eso, que es una putada. Que cinco años después no sabemos si 300.000 euros son 5 ó 50 millones de pesetas. No sé si al otro lado de la frontera existe la misma sensación de que hablas del euro y, casi al mismo tiempo, el pan sube 5 céntimos. El caso es que en la A-8,  el trajín de coches conmatrículas 64, 40, 33 y 65 es tan habitual como los accidentes de camiones en la N-121 –qué cruz de carretera–. Vienen a comprar alcohol, tabaco y ropa, y a llenar los depósitos de gasolina, como hacíamos nosotros en los 70 y 80 cuando íbamos a por Levi’s a Hendaia. A uno le da la impresión de que el intercambio a uno y otro lado de la frontera ya no es tal. Que los de esta orilla del Bidasoa ya no vamos como antaño a comprar leche y aceite –algunos comprábamos más cosas– y que los del otro côté se ponen las botas. Que unos vamos a pasear a la playa de Hendaia o a rue Gambetta, y otros se ponen morados a pintxos txakolis en las tascas de Donostia y Hondarribia.

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