He aquí una ristra de preguntas que se suscitan en el día a día por las carreteras y calles de esta Gipuzkoa atestada de tráfico. A saber. ¿Por qué cuando cedes el paso en un paso de cebra hay peatones que te miran atónitos, como si fueras un extraterrestre, y casi te llegan a hacer una reverencia para darte las gracias por cumplir con tu obligación? ¿Por qué, en cambio, hay peatones que se niegan a atravesar el paso de cebra cuando lo cedes? ¿Por qué algunos camioneros portugueses se saltan todas las normas de tráfico y se comportan como kamikazes en los adelantamientos? ¿Por qué algunos conductores franceses, cuando se confunden en un cruce –generalmente el que no lleva al hipermercado de turno–, dan marcha atrás en lugar de buscar un cambio de sentido? ¿Por qué decenas de vehículos extranjeros no entienden las señales de pago en los peajes de la A-8? ¿Por qué siguen existiendo esos guardarraíles que son un peligro para ciclistas y motoristas? ¿Por qué hay conductores que se pegan a la chepa de tu coche como si fueran Schumacher cogiendo rebufo para adelantar a Alonso? ¿Por qué hay conductores que tocan el claxon una milésima de segundo después de que el semáforo se ponga en verde? ¿Por qué normalmente hace sonar la bocina el quinto coche de la fila? ¿Por qué las carreteras se han convertido en almacenes andantes? ¿Por qué hay camiones que siguen atravesando el barrio donostiarra de Añorga si hace años que está abierto el vial de Aritzeta? ¿Por qué la circulación es cada vez más insoportable? ¿Por qué en las discusiones de tráfico el ser humano saca lo peor de sí mismo.
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