Los puristas del encierro (o sea, los que madrugamos todos los días desde hace muchos años para ver por televisión cómo corren los mozos y las mozas delante de los morlacos) estamos acojonaos con el despliegue de medios (mayormente de TVE y Cuatro) de estos sanfermines. Uno ha crecido con los siempre atinados comentarios de Javier Solano y ahora se topa con tropecientos locutores, redactores a pie de hospital, explicaciones de todo Dios y entrevistas hasta al tipo que pone la tuerca de la valla de Mercaderes. Que hasta nos han cambiado los anuncios, oiga. Antes, después del directo, había una ristra de spots (alguno cutre o muy cutre) y, o bien pasabas de ellos, o te ibas al baño a echar la primera meada del día. Yo soy de los que no quitaba ojo a tanto anuncio de espárragos, almohadas... Ahora simultanean las imágenes en directo con los anuncios (como en la emocionantísima Fórmula 1) y no es lo mismo. Pero volvamos a la tele. Amén de unos cuantos errores que no me atrevo a analizar (no soy especialista en televisión), Cuatro incumple una norma sagrada: los locutores hablan durante el encierro. Comentan la jugada. Vamos a ver. Durante el encierro no se habla, como cuando se come se tiene la boca cerrada. Uno pensaba que los corredores, incluidos los divinos, eran anónimos. Ya no. Este año ocupan un montón de minutos de entrevistas. Aún recuerdo el día que un conocido guipuzcoano recibió cinco cornadas. El gran Solano sabía su nombre, su apellido y hasta su número de afiliación a la Seguridad Social. Pero no lo dijo. Nunca lo hacía. Que le devuelvan el micro.
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