miércoles, 5 de septiembre de 2007

De profesión, padre

Un amigo, de esos que ves poco pero que cuando te lo encuentras te pasas ocho horas seguidas hablando, trabaja de padre. La mayoría ejercemos de padre. O sea, estamos con nuestros hijos cuando el tiempo nos lo permite. Él no, él trabaja. Y, además, cobra. 600 euros al mes. Su mujer trabaja en una empresa, y él digamos que es un amo de casa, si se me permite la expresión. Se ha tomado una excedencia de un año para cuidar a sus tres hijos, uno de ellos de 8 meses, y, cuando se le acabe, tiene la posibilidad de prorrogarla durante un año más. Antes trabajaba en un restaurante, ahora trabaja en casa y su jornada es agotadora. Escúchenle: "Me levanto y desayuno. Luego levanto a mis tres hijos y les doy el desayuno. Llevo a las dos mayores a la ikastola y me quedo con el pequeño. Regreso a casa y hago las típicas labores (limpiar, fregar, planchar...). Preparo la comida, le doy de comer al pequeño y vuelvo a fregar. Por la tarde voy a por las dos niñas, les doy de merendar a los tres, volvemos a casa, les baño, preparo la cena, les doy de cenar y les acuesto". Reserva una hora a la semana para ir a jugar a pala y dice que hay días que compra el periódico y no le da tiempo ni de leerlo. Paradojas de la vida, cuando cuenta que se ha tomado una excedencia para cuidar a sus hijos, mucha gente la mayoría hombres, supongo que muchas mujeres saben de qué habla le miran extrañados, como si lo suyo fuera un chollo. Un último y pequeño detalle: el amigo en cuestión vive en Sara. A efectos legales es francés. Pero ésa es otra historia. Al otro lado del Bidasoa nos llevan traineras de ventaja en conciliar la vida laboral y familiar.

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