Hay lectores de periódicos que todos los días leen las páginas de esquelas, aunque ni la víspera ni los días precedentes hayan fallecido parientes, allegados, amigos o conocidos. Un hábito como otro cualquiera, que para eso somos animales de costumbres. Conozco incluso una mujer que lee a diario el periódico y sigue siempre el mismo ritual: primero lee su signo del horóscopo, luego las páginas de esquelas y, por último, la información de su pueblo. El resto de las secciones se la refanfinfla. Vamos, que tírate tres meses investigando un tema de Economía, por ejemplo, para que luego los lectores pasen las páginas de la sección como quien ve llover. El que suscribe es lector muy esporádico de esquelas. O sea, sólo miro estas páginas si me llama algún pariente para comentarme que se ha muerto fulanito y su esquela sale en el periódico. No acostumbro, salvo que la esquela se salga de la norma por su originalidad. Ayer, éste y otros periódicos publicamos una esquela inusual en recuerdo del pintor donostiarra Josemari Ortiz. Para quienes no la leyeron, se la reproduzco: "Murió ayer en Donostia, a los 70 años, sin haber recibido ni sacramentos ni bendiciones apostólicas. Su pareja, Benedicta Bidasoro Atorrasagasti; su ex mujer, Cristina Ceberio Corostola; su hijo, José Mari; sus hijas, Cristina y Natalia; sus hermanos, Antonio, Javier y Manuel; sus muchas cuñadas y cuñados, sobrinas y sobrinos, nietas y nietos, amigas y amigos, confían en que se recuerde lo mucho bueno que hizo por todas y por todos. Sus cenizas serán dejadas al viento mañana miércoles en una montaña de Euskal Herria".
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