Cuando uno escribe en este privilegiado rincón del periódico cree, en su ingenuidad, que le van a leer su parentela, algún amigo que otro y algún compañero de la redacción. Se ve que no. Que este periódico lo lee bastante más gente que los incondicionales de la familia. Cada día desfilan por este espacio variopintos comentarios sobre asuntos mundanos, y no tan mundanos, que gustarán más o menos al lector. El pasado martes creí oportuno escribir un artículo sobre las carreras populares y la Behobia-San Sebastián. En mala hora. El Club Deportivo Fortuna, organizador de la prueba, se ha sentido enormemente indignado, decepcionado y ofendido, y así me lo ha hecho saber. Era una reflexión personal sobre el coste de la cuota de inscripción y los obsequios que reciben a cambio los participantes. Una reflexión creo que compartida por otros participantes. No sé si muchos o pocos. En ningún caso el comentario quería dañar la imagen de un club que ha dado sobradas muestras de organizar de manera notable la carrera vasca más conocida y que más corredores reúne. La crítica, legítima, como todas, estaba centrada exclusivamente en un aspecto muy concreto. Y hablaba con conocimiento de causa (17 participaciones consecutivas a mis espaldas y un montón de modestas incursiones en multitud de carreras populares). Nadie pone en duda la enorme entrega y el trabajo desinteresado que realizan a diario decenas de socios y colaboradores del Fortuna. Vaya un aplauso para ellos. Y aquí paz y después gloria... deportiva.
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