Que me disculpen los jefes de prensa, asesores de imagen y demás personal que trabaja en este tostonazo de campaña electoral, pero lo mejor de lo mejor de estos once días de mítines y discursos se ha visto en la televisión. Y no precisamente en un debate. Lo más original se vio el pasado domingo 24 en el primero de los dos programas de Salvados por la campaña, de La Sexta (el segundo se emitió anoche). Simplemente, genial. Durante una hora, Jordi Évole, alias El follonero, el agitador del programa de Andreu Buenafuente, ofreció un programa diferente, lo cual se agradece. A pesar de que diera la impresión de que algunas de las escenas estuvieran preparadas de antemano como dice un compañero, el limpia-cristales-de-coche reconvertido en simpatizante del PP y PSOE resultó ser muy extrovertido, el espacio aportó frescura a una campaña soporífera. Hubo momentos soberbios, como el Atrilízate, que a veces parece que retrata mejor a la gente de la calle que una macroencuesta electoral. Y es que la monotonía que preside las últimas campañas electorales es para echarse a llorar. Innovar, lo que se dice innovar, más bien poco. Por no haber, ya no hay ni aquellos originales carteles de EMK. Todo está atado y bien atado. Para muestra, el dichoso debate, encorsetado hasta unos límites que rayan lo ridículo. Y qué decir de los periodistas, que cada vez parecemos meros convidados de piedra en ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas y mítines en los que el propio partido es el que escoge las imágenes y el minuto de oro del candidato. Siempre nos quedará El follonero.
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