Siempre me ha llamado la atención la facilidad que tienen algunas instituciones para realizar sesudos estudios sobre temas más bien banales. Las universidades de Durham, Aberdeen y Saint Andrews han publicado una investigación que concluye que basta mirar el rostro de una persona para saber si es proclive a ser infiel o está dispuesta a mantener un largo noviazgo. ¿Cómorrrr?, que diría Chiquito. Pues eso, que miras al de enfrente y ya sabes si es un pendón verbenero o si te vas con él hasta la muerte. ¿Que cómo se sabe eso? Pues porque, según los sagaces científicos, los varones más dados a tener relaciones esporádicas tienen la mandíbula cuadrada, la nariz grande y los ojos pequeños. Y las mujeres que gustan de ligar (hoy sí y mañana también, hoy contigo y mañana conmigo, "se perciben como más atractivas" (esto es textual del informe). Parece un estudio sin importancia, pero no. Ayer, esta noticia, publicada en la edición impresa de El Mundo, era la más visitada en la web del citado periódico (la segunda era un artículo sobre El orgasmo múltiple masculino (sic). Otro día ya hablaremos de qué consideramos importante los periodistas y qué es realmente lo que leen los internautas. Volvamos al asunto. Si es usted mujer, mire al compañero de trabajo que tiene a su lado y compruebe si tiene la mandíbula cuadrada (¿hay mandíbulas cuadradas?), la nariz grande (en este país abundan) y los ojos pequeños. Si reúne todas las características, ese tío tiene un lío en cada puerto. Sepa también que los tipos con más testosterona son más promiscuos. Pero, ¿cómo se mide la testosterona?
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