Partamos de la idea de que para disfrutar del monte no hace falta pegarse la pechada de andar durante diez, doce o catorce horas. Ni siquiera se necesita subir el Txindoki o el Anboto. Basta un paseo por cualquiera de los rincones que tenemos a nuestro alrededor, a un paso de casa, para disfrutar del verde. Hecha esta salvedad, habrá que decir que la Marcha de las XIV Horas es otra historia. Es una oportunidad única de disfrutar del paraíso de Aralar y de afrontar un reto de envergadura. Puestos a comparar, es la Behobia de las travesías de montaña. Es multitudinaria, popular y está muy bien organizada. El reto exige una buena preparación física, por lo que no está de más un examen médico previo. El recorrido, precioso, no tiene dificultades técnicas ni tampoco cuestas de ésas que ahogan al personal. Es largo, largo, así que conviene andar en compañía de grandes conversadores para hablar de lo divino y lo humano. No conviene olvidar el nombre de la marcha: las XIV Horas. Está concebida para hacerla aproximadamente en ese tiempo, no en diez o en doce. Para correr ya existen las carreras de montaña. Y un último apunte: al paso por Alegia, eche un trago al porrón de cerveza con limón. Entra como dios.
* Texto publicado en la sección de deportes de NOTICIAS DE GIPUZKOA en vísperas de la marcha de montaña las XIV Horas de Tolosa
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