El otro día estuve en casa de un amigo que acababa de comprarse una tele. Era grande y plana. Mejor dicho, era grandísima y planísima. Una maravilla, oye. Comprar una tele no es como comprar un coche, pero hoy la pasión por la electrónica, el audio y el vídeo es tal, que se está convirtiendo en un acontecimiento social. En mi pueblo, cuando uno se compraba un auto te llevaba hasta un alto para probarlo mientras hacía el rodaje (ahora, por lo visto, los coches ya no necesitan rodajes). En el caso de las teles, lees las características y flipas. Transcribo: "Pantalla LCD Full HD Act. matrix W-UXGA; sistema de iluminación LED panorámico; resolución WXGA; sonido estéreo Nicam/Dual Ambiligth Surround". La de dios de televisión, aunque no entiendas las instrucciones y te lleve un mes controlar las teclas del mando. Otra pareja de amigos que espera un hijo estaba el otro día pendiente de un CD en su también flamante tele. El CD contenía, ni más ni menos, que las instrucciones para saber cómo doblar la silla de niño (o silleta), esos artilugios que sabes cómo se abren pero no cómo se cierran. Ahí andaba ella mirando la tele y tratando de acertar a doblar la silleta, mientras él hacía de capataz (el que habla y dirige, pero no pega ni golpe). Ella no quitó ojo a la tele, como si estuviera siguiendo un programa a distancia de aerobic, hasta que logró plegar la dichosa silleta. Otra pareja de amigos acaba de tener una niña y ha comprobado que viene sin libro de instrucciones. De momento, no saben dónde está el on y dónde el off. Pronto lo descubrirán. Zorionak Ione, zorionak Laura, zorionak Joxema.
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