Los italianos son unos cachondos. Maticemos. Los alcaldes de Italia son unos cachondos. Y si hilamos más fino, algunos alcaldes de la bota. A principios de agosto el Gobierno aprobó un decreto que otorga a los primeros ediles más poderes en materia de orden público, seguridad ciudadana y decoro. Y el ministro de la cosa, o sea, el de Interior, les pidió que echaran mano de la imaginación a la hora de regular nuevas prohibiciones y sanciones. Pues bien. Algunos alcaldes han hecho suyo el lema La imaginación al poder y se han puesto a dictar las normas más insólitas que uno pueda pensar. En Novara, por ejemplo, se prohíbe que más de dos personas a la vez se sienten en el banco de un parque; en Positano te juegas una multa de 50 euros si caminas con zuecos (alegan que hacen mucho ruido); en Forte dei Marmi (qué nombre más bonito) te expones a recibir una factura de 500 euros en el caso de que se te ocurra cortar el césped el fin de semana; en Trento ni pensar en hacer fotos a los niños en la piscina (aunque sean los tuyos) porque te puede caer una sanción y, en Eraclea, el muy malvado alcalde dice que no se pueden hacer castillos de arena en la playa. Pero hay más. En Éboli, si estás desatado y pretendes lanzarte a "efusiones amorosas" con tu chica o chico, olvídate: si te pilla el munipa de turno, la broma te puede salir a 500 euros. No sé si el Rubalcaba de turno va a conceder más poderes a los Elorza de turno. Pero puestos a pedir, yo prohibiría aparcar vehículos en las plazas habilitadas sólo para personas discapacitadas. ¿Ah, que ya está prohibido? Pues, a veces, no lo parece.
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