Dicen que los periodistas de prensa escrita tenemos ganada una mala fama de poco madrugadores. Que holgazaneamos cuando medio país ya está en marcha (será también que llegamos a casa bien entrada la noche, digo yo). Hay ocho días al año en los que, al menos un servidor, se levanta a eso de las ocho de la mañana, puntual a la cita con el televisor. Ocho días de madrugón para presenciar los 846,9 metros más plásticos y emocionantes del mundo. Los encierros forman parte de un ritual ligado inseparablemente con Javier Solano. Dice un compañero que este hombre nació para narrar encierros. Durante esas ocho mañanas es casi como de la familia. Hemos adaptado a nuestro vocabulario sus palabras y expresiones ("pata", "mozo", "lomo", "experimentado corredor", "astado", "inconsciente", "eso es lo que nunca se debe hacer") y hasta hacemos tertulia de cada carrera. Por repetida que sea la liturgia, el bueno de Solano siempre encuentra la palabra precisa.
Este año, por cierto, el encierro será bilingüe. Por primera vez el cántico al santo moreno se hará en castellano y euskera:
A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición.
Entzun arren San Fermin, zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi. ¡Viva San Fermín! Gora San Fermin!
No hay comentarios:
Publicar un comentario