Sorpresas te da la vida. Se prepara uno para escribir sobre las fabulosas imágenes que ofrece cada día el Tour desde el helicóptero, sobre la maravillosa etapa del pasado miércoles, en la que nos mostraron glaciares, cascadas, aguas bravas, la impresionante Aiguille du Midi, al pie de Chamonix, el valle de Aosta, el corazón de los Alpes... puro gozo para la vista. Digo que se preparaba uno para hablar de todo esto y de las detalladas descripciones sobre el paisaje Tour que realiza en France 2 el veterano periodista Jean-Paul Ollivier (35 años siguiendo la carrera), cuando llega otro ciclista guipuzcoano y nos alegra una vez más la tarde. Y no se impone en una meta cualquiera. Gana en ese paisaje lunar que es el Mont Ventoux, purita historia del Tour, en plena Provenza francesa, en una cima desde la que dicen que se otea el lejano Mediterráneo. Y vence contra pronóstico, con toda la manada de lobos acechando por detrás, y sin que apenas tengamos referencias visuales una pena que su compañero de escapada no fuera francés porque el realizador de la televisión gala apenas prestó atención a la pareja de fugados, lo que acentúa nuestro nerviosismo y alimenta las dudas. Pero, como en el caso de Mikel Astarloza, tira de inteligencia y garra, y nos vuelve a emocionar. Gana un tipo que vive aquí al ladito. Un ciclista al que ves un día sí y otro también, con sol o con lluvia, sea verano o invierno. Tú en tu coche y él en su bici. Un deportista que ayer escribió una página para la historia: el primer vasco que gana etapas en el Tour, la Vuelta y el Giro. Zorionak, tocayo.
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