Como tantas y tantas veces, ha tenido que llegar la tecnología para desmontar y, sobre todo, deshinchar las desorbitantes cifras que durante años se han ofrecido de todo tipo de concentraciones, manifestaciones y cualquier acto que congregara a miles de personas. Como la historia es de sobra conocida, no me extenderé en detalles. La empresa Lynce, contratada por la agencia Efe, llevó a la práctica, en la multitudinaria manifestación contra la Ley del Aborto de hace diez días, un sofisticado sistema que cuenta el número de asistentes mediante fotografías aéreas de alta resolución. Conclusión: donde los organizadores vieron dos millones de personas, la tecnología captó 55.316. El sistema ha venido a demostrar algo que era vox populi, al menos en el mundo del periodismo: que la mayoría de los organizadores de cualquier concentración o marcha tienden siempre a incrementar las cifras de asistencia sin ton ni son. Durante años ha habido tantas manifestaciones del siglo como partidos del siglo en el fútbol. Se han inflado los números sin una razón justificada porque tan cargado de argumentos puedes estar si asistes a una manifestación de 2.000 personas que a una de 25.000. No por ser más, tienes más razones. Quienes han reiterado el error de hinchar las manifestaciones quizás nunca se han parado a pensar que reunir a 10.000, 20.000 o 30.000 personas para protestar por una causa es ya un hito en estos tiempos en los que la insolidaridad y el individualismo campan a sus anchas. Una pena que el recordado Javier Ortiz no viva para comprobar que la teoría que plasmaba en sus apuntes era real como la vida misma.
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