sábado, 24 de octubre de 2009

Viaje a un pasado de descubrimientos


En la inolvidable Forrest Gump, Tom Hanks (Forrest) suelta una tras otra una colección de frases que hilan una historia preciosa. De entre todas, hay una que se lleva la palma: "Mi mamá dice que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar". Parafraseando al bueno de Forrest, un libro de fotografías antiguas es como una caja de bombones, nunca sabes con qué te vas a sorprender. Bera, instantes de una villa es un viaje a un pasado de descubrimientos, sobre todo para quienes conocemos a nuestros antepasados por lo que nos han transmitido de generación en generación. Abres el libro y descubres postales casi rasgadas de paisajes que te cuesta reconocer porque poco o nada se parecen a los actuales; imágenes de tipos serios embutidos en trajes oscuros y chavales que sonríen ante la novedad; fotos de bares y cines de los que hoy no queda ni rastro; de fiestas tan bulliciosas como las de ahora; de partidos de pelota y competiciones de segalaris que atraían a multitudes; de ritos que se perdieron y tradiciones que felizmente se han recuperado. Las fotos antiguas tienen también la virtud de que te paras a observar cada detalle, cada rostro, lo que te da pie a encontrarte con más descubrimientos. Para tu sorpresa, ves a esa madre que de joven fumaba (y tú no lo sabías), a ese bisabuelo que era calvo como el del atún (ahora comprendes porqué tú ya no peinas la pelambrera de hace años); a esos cuatro gigantes de fiestas que siguen siendo los mismos (el año que viene los cambiamos), a ese vecino que ahora luce barriga pero que en sus tiempos era el mejor jugador del Gure: a ese primo vestido de monaguillo que hace bueno aquello de ver para creer, a ese amigo que cuando iba de juerga era tan zakarro antes como ahora, o esos Carnavales que ya no son lo que eran. Bera, instantes de una villa ofrece estas estampas y muchas más del pueblo, de sus gentes, del Olentzero, de los Sanestebanes con las Makildantzas y el Aurresku de cada 3 de agosto, de la afición por la cultura, el deporte, la caza y la pesca, del Corpus y de tantas y tantas fotografías que configuran su pasado y su presente. Ese viaje a la nostalgia que representa esta obra está lógicamente inacabado. Es tan abundante el material fotográfico que han aportado de manera altruista los vecinos de Bera que se pueden hacer unos cuantos libros. Si, como ha sucedido en este caso, tienes a mano a dos entusiastas de Bera como Rosa y Totono Errandonea, que se preocupan con mimo de reunir, clasificar, identificar y datar cada foto, la labor resulta más sencilla. Así que, como decía aquel, continuará...


* Texto publicado en la sección de Vecinos DIARIO DE NOTICIAS a raíz de la presentación del libro Bera, instantes de una villa

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