Ahí sigue el árbol que se ve tras la cristalera de esta redacción. Más tieso que la armadura de Nacho Vidal en acción. Se diría que la ciclogénesis explosiva no ha ido con él. Eso, o que en la avenida de Tolosa disfrutamos de un microclima como el de Las Landas. Ya saben, si en pleno mes de julio aquí cae un maná de agua, 40 kilómetros más arriba de Baiona hace un sol que te deja un bronceado tipo Flavio Briatore. Ayer dejamos el caso Xynthia con unos pronósticos que nos anunciaban el apocalipsis meteorológico. Así que cuando cerramos el garito después de meter más horas que un controlador aéreo, comprobamos in situ los efectos de la bomba-viento. Así, de sopetón, eso de que a las doce de la noche del 27 de febrero la temperatura sea de 18 grados como que te descoloca. Hace un par de semanas se te congelaba el moco y ahora puedes caminar en mangas de camisa. Esto no es serio, señores. No sabes si vives en la República Dominicana o en Escandinavia. Para aquellos que nos aventuramos a pisar la calle (más por la obligación de volver a casa que por puro morbo), la noche guardaba una de esas sorpresas que te encuentra pocas veces. La A-8 toda tuya. Ni rastro de camiones, pocos coches y, eso sí, una numerosa cuadrilla de currelas trabajando día y noche para acabar el enlace del Segundo Cinturón con la A-8 en Errenteria. Acaba la ciclogénesis, le vamos a poner hasta banda sonora (Fly me to the moon, cantada por Frank Sinatra). Que tengan un buen día. Mañana... sol y buen tiempo.
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