sostiene M.C.B.A. que las mujeres para estar guapas tienen que sufrir. Lo dice mientras se enfunda unos pitillos que le quedan divinos de la muerte. Los pitillos siempre me han recordado a los pantalones que llevábamos de adolescentes, tan estrechos y tan cortos que se veían nuestros blanquísimos calcetines. Algo parecido a lo que ahora se puede ver en las gasolineras con los muy europeos camioneros que usan chanclas con calcetines. Hace años había quien se enfundaba aquellos pantalones (tan ajustados que decían que era malo para la circulación de la sangre) con pisamierdas (¿qué ha sido de ellas?) y quien se calzaba las míticas John Smith. El problema era quitártelos de vuelta a casa a las tantas de la mañana y con el barquito a cuestas. A veces, la verdad, y vuelvo al principio, sí ves que algunas mujeres sufren para estar guapas. El otro día observé en la tele a una señora a la que le clavaban unas banderillas al lado de los ojos (botox le llaman) supongo que para ser una señora de 60 tacos que quiere la cara de una joven de 25. Y de vez en cuando te cruzas con mujeres (pocas) que llevan labios a lo Esther Cañadas. Nunca he entendido la moda de inflarse los labios como una cámara de bici, salvo que sea para hacerle unos chupones de aúpa a tu pareja o para succionar los flanes de huevo de un tirón y de dos en dos. Me resulta más reconfortante el método que utiliza mi amiga L.M.U., que mantiene la teoría de que para no tener patas de gallo basta con sonreír cinco minutos cada hora. Be happy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario