Aseguran quienes manejan las cuentas de la salvación del Real Unión que para continuar en Segunda hace falta algo así como una conjunción cósmica o lo más parecido a un Big Bang futbolístico. Si en el caso del ascenso de la Real había hasta 19.000 combinaciones posibles, supongo que con el Real Unión habrá 800.000 o así, tirando por lo bajo, porque hay más equipos implicados. No es que el Unión lo tenga complicado, que lo tiene, es que harían falta la mano de la virgen del Juncal, la de Guadalupe y un manto de San Marcial para que se diera la carambola que necesita para seguir la próxima temporada en Segunda. Pero por milagros que no sea. Que se lo pregunten al Eibar, que hace ya unas cuantas temporadas hizo un regate al descenso que ni la virgen de Arrate se lo creía. Eran los tiempos de Alfonso Barasoain que, de puro creérselo, a final de temporada, si no recuerdo mal, acabó hasta haciendo una peregrinación. En 1999, el Eibar tenía que encadenar cinco victorias en los cinco últimos partidos para enjugar una desventaja enorme. Llegó a la última jornada con opciones de salvarse pero sin depender de sí mismo... y se obró el milagro. Al Mallorca B de Albert Luque y Diego Tristán le bastaba puntuar en el Lluís Sitjar ante ante el Hércules, ya descendido a Segunda B, para mantenerse. Pero perdió 1-3. El Eibar cumplió su parte (ganó 3-0 en Ipurua) y esquivó el descenso. Quién sabe si mañana en Gal no se repite la historia y el Unión salva la categoría. Si no, al menos le quedará el consuelo de que lo ha dado todo para lograr el objetivo.
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