Supongo que cuando se inaugura una nueva carretera, lo que procede es regar de halagos los oídos de los políticos de turno. Hoy va a ser que no. Hoy toca ser políticamente incorrecto y recordar que el flamante nuevo trazado de la N-121 entre Irun y Bera llega tarde, demasiado tarde. Demasiadas vidas rotas, demasiado tarde para quienes se han dejado algo más que el parachoques en la cuneta de una carretera de otro tiempo, tercermundista, que necesitaba un profundísimo lavado de cara hace mucho tiempo. Y llega tarde, no por la desidia de los actuales responsables de las carreteras de Gipuzkoa y Navarra, ni siquiera de sus predecesores. Llega tarde por la falta de voluntad política de quienes se pasaron años y años discutiendo sobre la titularidad de la carretera (a algunos nos la traía al pairo) y posibles proyectos que nunca veían la luz, mientras en la ribera del Bidasoa se acumulaban accidentes, muertos, heridos y mil y un sustos. Dice un amigo que la reforma de la N-121 no se abordó antes porque ningún diputado o consejero foral, ya fuera navarro o guipuzcoano, usa (desde hoy usaba) habitualmente esta sinuosa carretera. Puede ser. Durante años los alcaldes y los vecinos de Bortziriak clamaron en el desierto ante una Administración sorda, más preocupada por sus cuitas políticas que por cumplir esa máxima que predican en toda campaña electoral de "estar al servicio de los ciudadanos". Tarde, pero al fin llega una carretera que (no quiero ser agorero), quizás ha sido planificada con cortedad de miras. Es un hecho que, cada vez que se estrena un tramo reformado de la N-121, el tráfico se incrementa de manera notable. Como es un hecho que el intenso tráfico de camiones y la actitud de algunos conductores kamikazes, que hacen de esta carretera su particular circuito de Montmeló, añaden un plus de peligrosidad. Nadie está en contra de que circulen los camiones (en la zona existen un puñado de empresas de transporte), sino de que utilicen esta vía vehículos que en teoría deberían transitar por la autovía de Leitzaran. Cientos de camiones eligen la N-121 para sus idas y venidas desde el Levante y el sur de España a Europa, cuando lo lógico es que usaran esa pedazo de autovía que hay entre Irurtzun y Andoain y que se construyó para mejorar el tráfico de los vehículos pesados, entre otros objetivos. La apertura de los túneles de Belate, en 1997, es el mejor botón de muestra del incremento de tráfico (en especial pesado) que se ha registrado en este pedacito de Navarra. Por eso, surgen las dudas sobre si el proyecto no ha sido cortoplacista. Si se sabía que para hacer la nueva N-121 había que echar abajo medio monte, ¿qué más daba construir dos carriles en cada sentido, y no tres que se van alternando, como se ha hecho realmente? ¿Por qué no hacer una carretera tipo autovía? El tiempo aclarará si el proyecto estaba ajustado a la realidad o se ha quedado corto. Mientras, como en los mandatos de la política, habrá que conceder los 100 de días de rigor y disfrutar de la carretera. Y ya puestos, despedirse de esos 250 currelas que ya eran como de la familia y que han hecho un trabajo impecable. Horas y horas haciendo cola (las empresas han hecho lo posible para evitar interrumpir el tráfico, pero la orografía del terreno era la que era) han dado para leer la trilogía entera de Los Pilares de la tierra, entrevistas a doble página y hasta esos larguísimos reportajes de El País Semanal. Ya se sabe, todo tiempo de espera es aprovechable si luego merece la pena el resultado. PD: El precioso bidegorri que se ha construido en paralelo a la carretera pierde su buen nombre una vez se atraviesa Endarlatsa en dirección a Navarra. No estaría de más adecentar los túneles del antiguo trazado del tren del Bidasoa (alguno está impracticable). Y, ya puestos, no estaría mal tampoco posibilitar que las personas con movilidad reducida puedan disfrutar también del bidegorri.
Llega tarde por la falta de voluntad política de quienes se pasaron años y años discutiendo sobre su titularidad.
Llega tarde por la falta de voluntad política de quienes se pasaron años y años discutiendo sobre su titularidad.
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