Uno se da cuenta de que los años pasan a la velocidad de la luz cuando abre el Marca y se encuentra en un amplio reportaje a Miguel Indurain con su hijo de 15 años. El chaval, un mocetón, viste el maillot del Club Ciclista Villavés. Como tenga un corazón tan grande como el de su padre, que empiecen a temblar Andy Schleck, Alberto Contador y compañía, que en unos años tenemos sucesor. A Miguelón se le ve más fino que otros años, como para atacar el récord de la hora, por lo menos. Hace ya 14 años que colgó la bici, pero todavía en las tardes de toros de Pamplona se sigue cantando el "¡¡Indurain, Indurain, Indurain!!". Dicen que mañana, en la jornada de descanso del Tour, Indurain y otras leyendas de la carrera francesa van a subir el Tourmalet. Es una buena excusa para acercarse hasta el Pays du Toy, el valle en el que se asienta el más mítico de los puertos del Tour, que sólo admite comparación con los picos de los Dolomitas. Si es de los que no monta en bici y cree que ascender el Tourmalet es tarea complicada y sufrida, pruebe a subir andando. No hace falta que recorra todo el puerto (son casi 20 kilómetros, ya sea desde la vertiente de Barèges o desde Sainte Marie de Campan), sino que con unos pocos basta. El paisaje resulta espectacular y las cunetas están repletas de público. Se sentirá como en casa. Una vez sudada la camiseta, pruebe a zambullirse en las termas de Barèges (se reabrieron el año pasado tras una profunda remodelación) o a tomar una cañita en Luz Saint Sauveur. Y disfrute, que es de lo que se trata.
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