Andrés Calamaro se ha divorciado de Twitter. Se ve que le ha puesto los cuernos con el Facebook o así porque el hombre está muy enfadado, por no decir jodido. "Los 140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete", dice el cantante argentino en la parrafada que ha escrito en su blog (www.calamaro.com). Para los no entendidos, diremos que los mensajes en la red social Twitter están limitados a 140 caracteres. Un par de frases, vamos. Calamaro llama "coro de subnormales" a los twitteros, asegura que le importa "tres pepinos perder un segundo más con el rebaño de boludos con Blackberry" y se despide con un expresivo "fuck you". Majete el Calamaro. Yo hace tiempo que me despedí de Facebook, pero lo hice a la francesa. No era una cuestión de celos porque tuviera que compartir la herramienta con millones de usuarios. No tenía ni tiempo ni ganas de mimarle, así que un día le dejé compuesto y sin novio. Ni amigos somos. Cada vez que me llega un correo electrónico de alguien que quiere ser mi amigo, se va directo a la carpeta de elementos eliminados. Malencarado que es uno. Mi proveedor de móvil está empeñado en que vuelva con el Facebook y me lo ha puesto de serie, pero hoy es el día en el que no lo he activado. Además de Facebook, mi proveedor, como si fuera sexo, me ofrece gratis Twitter, Tuenti, Flickr, Myspace y no se cuántas redes sociales más. Yo sigo erre que erre que no. No activo el piloto. Me tendrán que convencer con poderosas razones, aunque Flickr me empieza a hacer tilín.
jueves, 26 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Del casete al GPS
El viejo Renault 12 familiar no tenía radiocasete, pero nunca pregunté por qué. Entonces era normal que muchos coches no lo tuvieran. Supongo que mi padre pasaba de conducir con el raca-raca de la radio o la música. Así que cuando tocaba un viaje largo (bastaba que superara las dos horas), cogíamos un radiocasete a pilas de considerables dimensiones y pinchábamos los éxitos del momento: la Ramona pechugona, de Ramón Esteso, los hoy inclasificables Parchís, una ristra de chistes del señor Tomás (su cinta de casete era imprescindible) y varios temas del inolvidable Kaxiano, con el Itsasontzi baten a la cabeza del hit parade. El chófer supongo que haría como que no escuchaba e iba a lo suyo. En realidad, era práctico como pocos. Como atravesábamos la muga a menudo, llevaba al descubierto el maletero (en el argot familiar le llamábamos cofre, aunque no escondiéramos ningún tesoro). Así, si nos paraba la Guardia Civil o la poli, que era habitual, no había que bajarse del coche para abrir el maletero. Lo tenían todo a la vista. Todos estos recuerdos te vienen a la mente cuando estos días te cruzas o adelantas a vehículos, muchos de ellos extranjeros, que llevan un GPS en el salpicadero, y uno o dos dvd portátiles en los asientos traseros para que los infantes se entretengan. Un buen invento el de los dvd, siempre que no se abuse, y una pena lo de los GPS. Con lo bonito que es perderse en la maraña de carreteras y calles. Con lo bonito que es intentar acceder al centro de una ciudad y acabar desorientado en un polígono industrial. Que todo tiene su encanto.
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