Si pertenece a la milmillonaria audiencia que ha seguido en directo el rescate de los 33, habrá comprobado que cada minero era recibido en un pasillo formado por autoridades embutidas en buzos rojos, con el presidente, Sebastián Piñera, la sonrisa Profidén hecha carne, a la cabeza. Uno de esos políticos, el ministro de Minería, el bien parecido Laurence Golborne, está siendo ensalzado ahora como uno de los artífices del éxito de la operación que ha permitido rescatar del agujero a los 33. El mismo Golborne que hoy disfruta de la popularidad se negó a recibir al presidente del Sindicato de Trabajadores de Servicios, Javier Castillo, el pasado 2 de agosto, tres días antes de que una enorme roca de 700.000 toneladas bloqueara el acceso de los mineros a la superficie. Castillo acudió a la sede del Ministerio con un completo dossier en el que denunciaba la alarmante falta de seguridad en la mina San José, que en los últimos tres años se había cobrado tres vidas y varios accidentes gravísimos. Pero el ministro no estaba para recibir quejas, así que Castillo entregó la carpeta a una subalterna, la secretaria de la Jefa de Gabinete. La inseguridad de los mineros tampoco parece que preocupara en exceso a la empresa que explota la mina, a pesar de los ocho millones de dólares anuales de beneficio que obtiene con el cobre que extrae de las entrañas de la tierra. Hoy, políticos y empresarios desfilan cual artistas de variété de plató en plató de televisión y tratan como héroes a trabajadores a los que hasta hace nada ninguneaban.
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