La empresa Ultramagic, de Igualada (Barcelona), acaba de crear la primera cesta de globo aeroestático adaptada para personas con discapacidad física. Puede parecer un asunto baladí, pero lo cierto es que hasta ahora quienes necesitan una silla de ruedas para desplazarse no podían disfrutar de un paseo en globo en toda su dimensión. La altura de la propia cesta y la tela que cubre el aparato les impedían ver el paisaje que sobrevolaban. Otra barrera que se rompe. Desde hace unos años, en algunos parajes se puede ver a amantes de la montaña tirando de la silla Joëlette, un artilugio que permite que personas discapacitadas o con movilidad reducida caminen por senderos y rutas que de otro modo les resultarían inaccesibles. La silla fue inventada hace más de quince años por el francés Joël Claudel y hay quien ha logrado incluso alcanzar el Campo Base del Everest, eso sí, ayudado siempre por dos o tres personas que tiran del trono. El globo y la silla son sólo dos ejemplos de hasta dónde pueden llegar los discapacitados físicos, un colectivo que hasta hace nada resultaba invisible para el resto de los normales. No salían de casa, luego no existían. Afortunadamente, ya no hay proyecto que no se plantee sin tener en cuenta a las personas discapacitadas, a pesar de que haya todavía jetas que dificultan el día a día de quienes deben recurrir a una silla metálica para moverse. Son los caraduras de turno que, con tal de aparcar lo más cerca posible del centro comercial de turno, no dudan en invadir las plazas reservadas a discapacitados. O los jetas que falsifican las tarjetas de aparcamiento.
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